Dossier: Miserias del capitalismo

 

Cuando lanzamos la convocatoria de este dossier “Miserias del capitalismo: acumulación, valor y destrucción” durante el primer semestre del 2019 nos proponíamos reflexionar de manera colectiva en cómo el cine cintemporáneo estaba configurando un nuevo modo de estar en el mundo cargado por un malestar, un realismo capitalista crudo sin dobleces definido por la pérdida de cualquier horizonte ulterior de redención. Pensábamos en filmes diversos como Project Florida (Sean Baker, 2017), Aquarius (Kleber Mendonça Filho, 2016) o Surire (Bettina Perut,  Iván Osnovikoff, 2015)… cuyas imágenes daban cuenta –desde su superficie– de la miseria sin mediaciones, sin dobleces, sin metáforas; activando una alerta no necesariamente ruidosa, pero si clara y evidente. Imágenes de la miseria que ya no se exhibían como un estado de excepción, sino más bien como un estado de cosas.

Hoy podríamos creer que esas imágenes en movimiento se adelantaron a la revuelta que se viene produciendo en Chile desde Octubre 2019, o al menos de que dieron cuenta del malestar que la desató. Pero declarar ello sería adjudicarle al cine una función y una temporalidad que no le es propia. Lo que sí nos atrevemos a afirmar es que este cine estaba explorando otros modos de lo sensible. Por un lado, configurando gestos que pudieran comparecer frente a nuestras miradas y pensamientos, dando cuenta de una conmoción; por el otro, identificando malestares para denunciarlos, exponerlos, recorrer sus superficies.

Los artículos que aquí se presentan identifican algunos de estos gestos en las imágenes audiovisuales, a la vez que evidencian los diversos malestares del capitalismo contemporáneo a las que ellas se refieren. En “La clase como evento”, Sticchi recorre diversos filmes que dan cuenta de la experiencia de la precariedad, y las formas de exclusión (temporal y especial) que allí se contienen. Mientras que “Human Flow” de Rudy Pradenas se refiere a los instrumentos que producen activamente esas expulsiones. Analizando el material cinematográfico del film de Ai WeiWei, el autor reflexiona sobre la proliferación de la violencia global contra los migrantes, poniendo énfasis en la función de las redes de infraestructura que hacen posible el despliegue del poder económico-militar contemporáneo. “Lucha por el territorio”, del colectivo Maizal, también sale a la urgencia de la identificación de los malestares, en este caso lxs autores señalan cómo el documental peruano ha evidenciado la violencia de la gran embestida extractivista y mercantil y los conflictos socioambientales que aquello conlleva. En “El comunismo de los hermanos Dardenne”, Ried identifica un comunismo sin horizonte al que le adjudica a la filmografía de los Dardenne, el cual, en palabras del autor, da cuenta de un compromiso normativo con aquel saber ancestral sobre la igualdad. En una sentir similar sobre el comunismo en “Después del sentir” podemos leer una conversación que versa sobre filmes como los de Jarmusch o de Tarr, que dan cuentan del desgano, la indiferencia, el desapego, los tiempos muertos y una deshumanización de la vida que avanza en dirección opuesta a la humanización de las cosas; pero que sin embargo se alzan también como exploraciones, modos de trazar mundo. “La circularidad de la ruina”, de González Rúa nos propone leer el film Madre de Aronofsky como una alegoría del presente como catástrofe que apunta contra el fetichismo como núcleo de estructuración de lo social. Finalmente el artículo “La elocuencia silenciosa de los gestos en un rostro imaginario” de Rgo analiza el grado crítico-cultural de tres filmes latinoamericanos identificando allí cómo se construyen imaginarios e identidades sociales en relación al capitalismo.

Estos artículos, entonces, analizan cómo las imágenes audiovisuales recorren los paisajes y tiempos del capitalismo, llegando al núcleo del hartazgo, pero también dando cuenta como a partir de allí se torna posible explorar otros modos de estar juntos. La revuelta así no se hace esperar.

M. Laura Lattanzi