Rodrigo Isauro Maturana Espíndola, es conocido en diversos ámbitos intelectuales como “Maestro Maturana”, un polifacético artista que incursionó en la poesía, cine, teatro y la fotonovela además de ser videasta, inagotable conversador y músico, falleció el 3 de enero como suelen morir los artistas en Chile, en condiciones miserables. El apoyo de vecinos y un grupo de jóvenes cineastas, al final de sus días, no fue suficiente para reparar un abandono silencioso.
Fue en el pasado Festival de Contra Cine Nacional Sanfrik I donde los asistentes tuvieron ocasión de ver los videos En busca del videasta perdido o Mister Off y el caso de las papas polacas (1986), y El sueño del ratón en la sopa (1987); considerado una suerte de padre del video underground, daba su bendición a las nuevas generaciones de videístas.
Fue un modesto homenaje en vida pues quienes asistieron a las exhibiciones experimentaron lo que logró “El Maestro”: revivir la fuerza de sus videos experimentales y el lúdico absurdo que reinventaba el lenguaje a mediados de los ochentas junto a sus amigos cineastas Ricardo Carrasco Farfán, Vicente Parrini, Gonzalo Duque y Álvaro Silva.
Pesquisando publicaciones temáticas fue posible dar con el único texto que hace referencia a la obra del Maturana videasta, a saber, Apuntes para una historia del video en Chile, de Germán Liñero. En el texto, es calificado junto al poeta Enrique Lihn como los “bichos raros” del video de los ochenta. La lectura del texto escrito en pretérito -”fue una especie de “gurú” para varias generaciones de cineastas y videístas” (2010, p. 154)- encolerizó a El Maestro, quien, lleno de proyectos, con muy poco dinero y evidentes limitaciones físicas, a los 77 años, seguía realizando sus instalaciones precarias con fotocopias y ejercicios en Video-Vida junto a jóvenes realizadores y otros amigos con los que desarrollaba paralelamente la poesía y el cómic.
Su excentricidad más reciente le llevó a erigir una animita en la entrada de su casa, en honor a su amigo Raúl Ruiz, fallecido en latitudes lejanas a Chile. Como es sabido, junto a Ruiz trabajó como compositor musical en El realismo socialista (1973), como actor en varios de sus filmes, ¿Qué hacer? (1970), Nadie dijo nada (1971) y La expropiación (1972), entre otros. Por consiguiente, Maturana es recordado por la escena emblemática de Palomita blanca, (1973) en que personifica a un delirante profesor, en lo que constituye su primer brillante destello a las técnicas de improvisación y el absurdo de su particular humor que marcaron la seguidilla de realizaciones posteriores.
Fragmentos del derrotero de El Maestro
Con Carlos Flores del Pino realiza El Charles Bronson chileno (1976) y desde su cargo de productor y guionista coquetea con el absurdo delirio de la realidad documental. Con posterioridad, Maturana se atribuye en inventar el juego de los dobles y reclamaba casi una co-dirección negada en los créditos por Flores. Lo mismo afirmaba de su trabajo en Vías paralelas (1975), con Sánchez y Navarro. Delirio o alucinación de El Maestro o realidad escondida, es indudable que Maturana puso su sello dactilar en esos filmes y en la historia del cine chileno de esos años.
Como videasta perdido en el devenir de la cinta magnética, en la década de los ochenta desarrolló una mirada propia y original a la que designó bajo el rótulo “Video-Vida”. Junto a sus colaboradores Farfán, Parrini, Duque y Silva, dan vida al “Taller de escritores audiovisuales”. En la instancia creativa Maturana dirigió el trabajo colectivo en la creación de video-vida como oposición al naciente video arte. Surgen, entonces, sus dos largometrajes, En busca del videasta perdido o Mister Off y el caso de las papas polacas y El sueño del ratón en la sopa.
Son obras que en su puesta en escena denotan ironía y libertad en relación a los repertorios y exigencias académicas, pues hace gala la irracionalidad, improvisación, causalidad, planos secuenciales, visos del teatro del absurdo, narrador off y empleo de una cámara subjetiva. Maturana hablaba del devenir, la causalidad y la magia, el dejarse llevar por la cámara, sacarla a las calles e ir incorporando elementos que aparecen durante el rodaje; es un lenguaje que desdobla la particular personalidad del artista dando un carácter único y reconocible a su obra.
En busca del videasta perdido o Mister Off y el caso de las papas polacas
Pieza efervecente y original, es descarada en ironizar desde su registro. Mister Off, alter ego de Maturana, se burla de la incipiente plataforma del video arte en Chile; es una respuesta a la censura y al esnobismo de la época. Alucinado por los efectos que ofrecía la nueva plataforma del video Maturana defiende el espejo de lo real en cuanto su abyección es el contraste directo.
En el anecdotario de la producción cabe mencionar que fue una obra censurada de sus amigos del taller de escritores audiovisuales, una vez presentada a los criterios de análisis del festival de video arte del Instituto Chileno-Francés de Cultura, lo que dio pie a la motivación de Maturana para hacer el video. Ricardo Carrasco Farfán, uno de sus colaboradores agrega antecedentes al respecto:
En 1986 presentamos un video al festival de video arte del Instituto Chileno–Francés y fue censurado. Se trataba del primer documental del Colectivo del Cabo Astica centrado en la vida de don Manuel Astica Fuentes y su sublevación en la Armada del año 1931, en Chile. Bajo la censura del material, Maturana ideó un thriller en donde se buscaba a un videasta perdido de nombre Astica venido de Thimor de la Lemuria a mostrar el vida video, que se contraponía al video arte. Para el logro de la iniciativa, sus amigos contratan al investigador privado, “Mister Off”, quien soluciona el caso (Liñero, 2010, p. 155) 1Carrasco es citado en Liñero (2010). A su vez la cita pertenece a un audio recuperado de http://elmaestromaturana.blogspot.cl/.
La película comienza con el grupo de escritores audiovisuales esperando al videasta Astica en las terrazas del aeropuerto -una azotea de edificio común y corriente- donde llegará el avión que lo trae, y en ello es posible afirmar que Maturana con nada construye una narrativa en la marcha, pues la improvisación y causalidad obran a favor; pasa un avión y todos comienzan a jugar con la idea de que en ese avión se transporta Astica, ahí estalla el absurdo y es la oportunidad de construir el video-vida. En otro episodio de la búsqueda de Astica, quien daría una conferencia acerca de vida-video en el festival de video arte, la cámara se sumerge en una operación documental y realiza una encuesta, interroga a los asistentes acerca de Astica. Mister Off, en un fuera de campo se ríe de todos, dato no menor es que entre los entrevistados figura el crítico de arte Justo Pastor Mellado, Germán Liñero y actores famosos de las artes visuales que se cruzan por el lente, Nelly Richard y Lotty Rosenfeld, entre otros. En Mister Off abundan sarcásticos comentarios para todo. La búsqueda de Astica continúa por calles, cités en donde el detective privado no se da aliento, incluso tiene tiempo para que unas extrañas le lean la suerte. Mister Off pasa a tomar la visión de un perro que busca a Astica por parques y calles. A este gesto visual Maturana le denominó “cámara perro al ángulo de cámara subjetivo”.
La película de Astica culmina tirando en la calle enrollada en los pies de un transeúnte y un grupo de niños jugando con la cinta de Vida Video perdida.
El sueño del ratón en la sopa
Maturana trabajó nuevamente con los escritores audiovisuales, esta vez frente a las cámaras interpreta a un perverso director de un hospital psiquiátrico que dirige el centro de reclusión bajo absurdas normas de comportamiento. Este trabajo se realizó en seis sesiones improvisadas en los patios del colegio Sagrado Corazón de la Alameda en donde en ese entonces trabaja Ricardo Carrasco Farfán como profesor.
El sueño del ratón en la sopa es, en momentos, una especie de remake o adaptación libre y ochentera de El Gabinete del doctor Caligari, película muda alemana expresionista dirigida por Robert Weine en 1920. El doctor Caligari es representado por Vicente Parrini, cita intertextual al expresionismo, puede ser leído como una metáfora de la tortura, represión y el encierro vivido en los ochentas.
Construcción atmosférica onírica hilada por varios planos secuencia que en momentos se pierden de la lógica interna quebrando arbitrariamente la narrativa, Maturana introduce por ejemplo un breve homenaje a Ruiz, que hace varios años estaba asentado en Francia, Maturana lo recuerda introduciendo en el relato un doble (el poeta Pepe Cuevas) que aparece re encuadrado sosteniendo un diario.
Más claustrofóbica y delirante que Mister Off, El sueño del raton en la sopa es, en cambio, una película sombría y abyecta que sin perder el sentido del humor, nos conduce por medio del absurdo a cuestionamientos sociales como la estupidez de las portadas de prensa, el encierro y el trato a los pacientes psiquiátricos y presos politicos, las torturas y el abuso de poder.
Maturana comentaba que el nombre de la película se la puso tras una anécdota, lo invitaron a una comida y en el fondo de la olla encontraron un murciélago muerto en la sopa.
Además de estas películas, Maturana realizó varios videos perdidos, entre ellos destaca un documental sobre Las Yeguas del Apocalipsis.
En los últimos años muchos estudiantes, amigos y realizadores visitaban su casa en busca de orientaciones creativas o solo para ser partícipe de una buena conversación sobre jazz, cine, poesía, cómic o metafísica. Su particular mirada nos abre un mundo de poesía visual, ironía, irracionalidad y profunda lucidez. Gracias maestro Maturana por estar tan vivo hasta el final. sin duda un legado artístico para las futuras generaciones del cine bastardo en Chile.
Bibliografía
Liñero, G. (2010). Apuntes para una historia del video en Chile. Santiago: Ocho Libros.
Díaz, S. (2012). Rodrigo Maturana:, laFuga, 13. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/rodrigo-maturana/503