“En las grandes ciudades la gente se roza. En Los Angeles nadie te toca. Estamos siempre detrás de este metal y del vidrio. Creo que extrañamos ese contacto tanto que nos chocamos unos con otros, sólo para que podamos sentir algo”. Esto es lo primero que escuchamos sobre imágenes que aún no revelan nada, pero nos hacen sentir una ciudad que será una constante en “Crash”, incluso cuando es omitida.
Los Ángeles es el personaje principal de esta película que carece de protagonistas. La ciudad deja de ser una simple locación y se convierte en generadora de contactos, ella provoca roces que no se producirían en otro lugar sino solamente en un sitio donde todos viven hacia adentro, en el cual se observa el mundo a través de ventanas, pantallas u otros elementos que producen interferencia entre un sujeto y otro. La protagonista ha criado personajes que sólo se preocupan de defenderse a sí mismos, en sus conciencias no existe una identidad común por el simple hecho de vivir en el mismo lugar. A pesar de las distancias que pretenden mantener entre ellos, la sensación provocada desde los créditos es la de una película táctil, en la cual se produce una jerarquía de los sentidos. Por medio de la mirada tocamos el grano de la película, el metal de los autos, las luces de la ciudad, los cuerpos accidentados, es una cinta física donde todo esta dado por la vulnerabilidad y fortaleza del cuerpo.
Haggis optó por un relato coral, forma que potencia la idea de exponer un tema universal -el racismo- al cual apuntan todos los sucesos y el cual conocemos por un cúmulo de acontecimientos, más que por el perfil de los personajes. La conmoción ante la discriminación se consigue por la dinámica del exceso, son múltiples personajes con características primarias completamente distintas que resultan bastante reconocibles en primera instancia: el policía abusador, el político inepto, la millonaria solitaria, el iraní tildado de árabe, etc. La información que como espectadores dominamos sobre ellos es su color y profesión, esto nos lleva a discriminarlos y encasillarlos de antemano jugando al mismo juego en el cual ellos están inmersos, pues en su mayoría son víctimas del racismo y culpables de ejercerlo. Al no existir jerarquías de protagonismo entre los múltiples personajes creemos no conocer a nadie en profundidad, en un principio sólo capturamos pequeñas apariencias, sin embargo, profundizamos en sus identidades porque están expuestos a situaciones límites que sólo se producen una vez y funcionan como prueba de conocimiento sobre quiénes son realmente.
Las relaciones se establecen en cadenas, los personajes se conectan por hechos circunstanciales, casualidad que se patenta en las elipsis, no notamos el paso de un sitio a otro, el sutil cambio es similar a la azarosa circunstancia que los unió. El cúmulo de accidentes la convierte en una película muy poco cotidiana que trata de conducirnos rápidamente a un discurso grandilocuente, la apuesta del director es por todo aquello que rompe con el día a día. Probablemente está demasiado repleta de aquellos accidentes que no se olvidarán jamás, pero el problema no son estos en sí mismos pues ellos conllevan la idea que nada es del todo accidental, así resultan más justificados los choques que el encuentro de los personajes a través de ellos. El cruce de estas vidas se percibe muy forzado desde el exterior de la diégesis, por lo tanto, este abuso del azar se convierte a ratos en una herramienta que conduce al distanciamiento.
Aunque podamos dudar de la verosimilitud del relato, se agradece la posibilidad de permitirnos tocar con la mirada, y sobre todo se le agradece al propio Haggis que dejara a la historia contarse por sí misma, confiando en que los acontecimientos fluyan y converjan entre ellos, sin necesitar explicar cada encuentro como lo hizo en el guión de “Million Dollar Baby”. De esta manera “Crash” se independiza de las múltiples películas a las cuales evoca (Magnolia, Traffic, 21 gramos , Amores Perros) y nos ofrece una nueva mirada sobre la tantas veces retratada ciudad de Los Ángeles, potenciando su posmoderno multiculturalismo que se evidencia en la descentralización, pues los personajes ya no se pasean sólo en el centro -no reconocemos la ciudad por sus hitos habituales- sino que principalmente en la periferia. Siendo esta nueva construcción de la urbe la que justifica la discriminación que ejercen sus habitantes, como señala García Canclini: “En las ciudades descentralizadas se hacen recorridos pequeños en relación con el conjunto de la ciudad, se pierde la experiencia de lo urbano, se debilita la solidaridad y el sentido de pertenencia” [1] .
[1] García Canclini, Nestor. “Imaginarios Urbanos” Editorial Eudeba. Buenos Aires, 1997. Pág: 82.
Título: Crash
Director: Paul Haggis
País: Estados Unidos - Alemania
Año: 2004
Alberdi, M. (2005). Crash, laFuga, 1. [Fecha de consulta: 2024-12-10] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/crash/151