Dossier: True Crime / Crímenes verdaderos

 

El fenómeno del documental True Crime encuentra en los años recientes un apogeo inusitado, quizás el más grande y llamativo vinculado al formato- el documental- en el marco de las plataformas streaming. Hablamos de documentales unitarios y series que han creado una estética y una audiencia específica que busca en la reconstrucción testimonial o archívistica acercarse a las historias de crímenes acontecidos en la vida real y sus consecuencias en los protagonistas. Lejos de una reconstrucción neutra, muchos de ellos toman una posición frente al caso o proponen un lente específico para abordar una problemática: la justicia, la exclusión, las redes sociales, la reconstrucción epocal o la crítica a un estilo de vida. Es el caso de documentales como El destripador de Yorkshire (Netflix, 2020) que abordando el caso de un asesino serial de la década del 70 busca mostrar como se vincula el fenómeno con las luchas por la emancipación de las mujeres o El asesino sin rostro (HBO, 2020), cuyo abordaje a través del lente de una escritora de casos de crímenes busca responder la pregunta por el tratamiento de estos temas desde la empatía con las víctimas (y no la glorificación del asesino).

Se trata, sin lugar a dudas, de un género (como señala Stella Bruzzi en el actual dossier) y  también de un género problemático. Se encuentran piezas sumamente reflexivas y trabajadas con capas de archivo, preguntas por la posición del narrador, o la búsqueda de lenguajes, aunque también mucho “relleno” que enfatiza el morbo y la extrañeza celebrando el carácter excepcional de la psicología criminal con guiones bastante predecibles y efectistas, cuyo fin es poco más que hacer caja en la parrilla VOD.

Al profundizar en sus orígenes, bien podremos remontarnos a la crónica roja, la narrativa policial y negra, así como al cine de juicios, y los thrillers de psicópatas seriales. Pero si tuviésemos que marcar algún hito, podríamos marcar el trabajo de cineastas como Nick Broomfield, Errol Morris, Andrew Jarecki, Joe Berlinger y Bruce Sinofsky e incluso Werner Herzog. ¿Algo en común? Piezas laberínticas, énfasis en la puesta en escena, pasión narradora, investigación en profundidad, persuasión, y un estilizado tratamiento alrededor de películas como Aileen Wuornos: The Selling of a Serial Killer (1992); Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills (1996), Grizzly man (2005) y sobre todas ellas posiblemente The thin blue line (1988).

No hay una unidad de estilo o claridad sobre los límites del género. Aunque la cuestión cambia con la serialidad y la posibilidad de construir narrativas que afectan ellas mismas el devenir de los sucesos. Ejemplos de ello son las series documentales Making a murderer (2015) que impulsó nuevos antecedentes para el caso, la trilogía Paradise Lost, que a lo largo del seguimiento de 20 años logró impulsar a la justicia a sus protagonistas (abordado en el texto de José Parra) y más recientemente Rey Tigre (2020) cuya segunda temporada se basa en los efectos de la primera temporada en su protagonista.

En el actual dossier, buscamos abrir una línea de reflexión sobre este fenómeno contemporáneo y vivo, profundamente ligado al streaming de plataformas. Nos acercamos desde 5 textos que abordan narrativas, lenguajes y lecturas en torno a diversos casos ejemplares del documental True Crime, incluyendo entre ellos, un caso chileno y la traducción de la teórica inglesa Stella Bruzzi.