En enero de 1992, la artista francesa Sophie Calle y el fotógrafo norteamericano Greg Shephard emprendieron un viaje en auto desde Nueva York a California. Cada uno escribió un diario y llevó una cámara de video para documentar el recorrido y la convivencia. Se habían conocido en un bar en diciembre de 1989, cuando Greg le entregó a Sophie las llaves de su departamento y luego desapareció por dos días. Casi un año después, el 20 de enero de 1990, acordaron reencontrarse en el aeropuerto de Orly (París), pero él nunca llegó, ni llamó, ni dio explicaciones. El 10 de enero de 1991 Sophie recibió una llamada de Greg, quien le anunciaba que estaba en Orly, con un año de retraso.
Así comienza Double-blind, la película que Calle y Shephard estrenaron a fines de 1992. La pantalla está en negro y sólo hay un pequeño cuadro de película al centro. La voz en off de Sophie nos introduce a los personajes, la relación y el proyecto que tienen entre manos. Hasta entonces, parece una tarea más bien individual, porque escuchamos solo su voz y su versión de los hechos. Recién a los cinco minutos vemos y escuchamos a Greg, quien no parece muy seguro de su participación, ya que afirma: “estoy tan deprimido que no sé lo que quiero”.
Si bien ninguno de los dos había dirigido antes, Calle ya contaba con una vasta experiencia artística cuando realiza la película. Nacida en París en 1953, desde fines de los años setenta viene realizando obras que se refieren a la exposición de la vida privada y la mezcla entre ficción y realidad. Proyectos anteriores, como Suite Venitienne (1979) y The Shadow (1981) ya habían abordado estas problemáticas. En el primero, ella decide seguir a un hombre a Venecia, buscarlo a través de la ciudad, espiar sus movimientos y documentar la experiencia a través de notas y fotografías. En el segundo, le pide a su madre que contrate un detective para que la siga durante semanas; el resultado también es una mezcla de fotos y textos, pero esta vez se yuxtaponen la subjetividad del relato en primera persona con la supuesta objetividad del registro del detective. Hoy en día, Calle es una destacada artista conceptual que ha expuesto en el Centro Pompidou de París, en el MOMA de Nueva York, en la Whitechapel Gallery de Londres y también ha representado a Francia en la bienal de Venecia del año 2007.
Las cartas y los diarios han sido centrales a lo largo de la carrera de esta artista. En Double-blind el relato es a dos voces y expone la mirada y los pensamientos de ambos miembros de la pareja. El título es bastante significativo, ya que “doble ciego” es un tipo de experimento usado en ciencias para evitar el sesgo subjetivo, tanto de parte de los sujetos observados como de los investigadores. Como una manera de asegurar la honestidad de la experiencia, Sophie y Greg escriben y graban su diario por separado y no tienen acceso al material del otro hasta el final del viaje.
Olga Grau afirma que las características del diario íntimo son la fragmentación y la repetición de la señal temporal (la fecha que encabeza cada una de las entradas del escrito). Asimismo, sostiene que este género establece una relación con la vida cotidiana; por último, afirma que: “El diario podría ser entendido como un modo deliberado, voluntario, de robar al olvido y a la muerte lo que sucede al individuo, dando cuenta de una tensión entre lo huidizo de lo que acontece y el deseo de retención, de atesoramiento de los acontecimientos” (2009, p. 34).
En Double-blind, Calle y Shephard van narrando con voz en off sus pensamientos y reflexiones, mientras vemos fundamentalmente imágenes estáticas del video. Cada mecánico al que llevan el auto de Greg, cada mesera, cada comida, cada habitación y, por supuesto, cada cama, quedan registrados por la pareja, como si fueran una colección de souvenirs del viaje.
La repetición es parte fundamental del relato. El paso del tiempo se registra a partir de la descripción de la (falta de) actividad nocturna: la frase “no sex last night” (dicha por Sophie y acompañada siempre por la imagen de una cama deshecha) se transforma en un frustrado estribillo a lo largo de la película. Las ocho primeras noches son referidas de esa manera, mientras que entre la novena y la duodécima, simplemente dice “no”. Tendrán que pasar 17 días antes de escuchar un sencillo (pero contundente) “yes!” 1Ese ansiado “yes!” se produce el 20 de enero de 1992, exactamente dos años después de la fallida cita en el aeropuerto de Orly.
En este artículo nos interesa reflexionar sobre el modo en que Double-blind representa el romance, ya que exhibe un exceso de discurso y reflexión en contraste con la falta de corporalidad y sexualidad. El experimento del doble ciego produce una doble intelectualización de la experiencia y transforma a la palabra (fundamentalmente descriptiva a través de las voces en off) en el principal medio de expresión de las emociones.
Eva Illouz, socióloga marroquí que investiga la historia de la vida emocional y su relación con la Modernidad, propone que en el siglo XX se ha llevado a cabo un proceso de racionalización de las relaciones íntimas y, por lo tanto, una transformación cultural de la conducta del yo en este ámbito (2007, p. 76). La penetración del discurso terapéutico (en los medios masivos y en el campo editorial, por ejemplo), contribuyó a una intelectualización de la vida cotidiana y las relaciones interpersonales. Hoy los sujetos se toman a sí mismos como objeto de análisis y aspiran a controlar sus emociones: “Bajo la égida del modelo psicológico de la “comunicación”, las emociones se convirtieron en objetos a ser pensados, expresados, discutidos, debatidos, negociados y justificados, tanto en la empresa, como en la familia” (2007, p. 86). La autora sostiene que en la cultura del capitalismo emocional, las emociones se convirtieron en entidades a ser evaluadas, examinadas, discutidas, negociadas, cuantificadas y mercantilizadas (p. 227).
Una de las consecuencias de este desplazamiento de las emociones sería el alejamiento de la concepción romántica de amor a primera vista. “Las metáforas usadas -para describir esta experiencia- son las del calor, el imán, el rayo, la electricidad, todo lo cual indica una fuerza avallasadora y omnipotente” (p. 191). El amor a primera vista era concebido como un acontecimiento único, inesperado, inexplicable e irracional que se producía sin necesidad de conocer en profundidad a la otra persona.
El viaje que realizan Calle y Shephard se lleva a cabo en invierno y es significativo que haya una larga (y hermosa) escena que muestra caer la nieve. No hay chispa en esta relación. El matrimonio en el drive-through wedding chapel de Las Vegas es el resultado de dos semanas de viaje, horas de conversación y excusas. Finalmente, se parece más a una performance (con las cámaras grabando y la decoración sumamente kitsch) que a una ceremonia significativa.
La espontaneidad está mediada en la película. Si bien cada uno tenía la tarea de grabar y escribir su diario, el resultado que vemos es el proceso de edición de ambos puntos de vista. El montaje enfatiza, fundamentalmente, una sensación de vigilancia (ambos se preguntan qué estará pensando, anotando y grabando el otro); una actitud de ocultamiento (de lo que realmente tienen en mente) y una sensación permanente de incomunicación. Son reiterados los parlamentos al respecto: Greg dice “me pregunto qué está pensando. Ella nunca dice nada”; mientras Sophie intenta descifrar las situaciones “lo más divertido es que él está jugando solitario. ¿Será un emblema para el viaje?”
Los gestos románticos que vemos en la película son clichés y están abordados con ironía. Como Calle quiere usar un vestido blanco, realizan un simulacro de boda en las escaleras de una iglesia en Francia (vemos la foto que documenta el momento); Greg toma a Sophie en brazos para entrar a la casa en California (también hay registro) y, por último, ella utiliza la foto del matrimonio en Las Vegas para tapar la marca que una pelea dejó en la muralla. Al final nos enteramos de que Calle quiere recibir las cartas de amor que Greg le ha estado escribiendo a otra.
Los gestos tradicionales se vacían de contenido y escuchamos un discurso racional, distanciado y reflexivo acerca de los deseos y las expectativas de cada uno de los miembros de la pareja. Podríamos decir que en esta película el amor no se hace, sino que se piensa, se espera, se descifra.
Esta intelectualización de las relaciones interpersonales de las que habla Illouz, se pone en escena una vez más en Prenez soin de vous, una obra de Calle del año 2007, concebida a partir de un mail de ruptura que recibió de su pareja de entonces: “No era la carta de un sinvergüenza, pero terminaba con la frase Prenez soin de vous (cuídate). Y eso me indignó. Al no saber cómo responder, le pedí a 107 mujeres que la interpretaran según sus profesiones, la analizaran, comentaran, actuaran, bailaran y cantaran en mi lugar. Entre otras profesiones, convoqué a una mediadora familiar, una jueza, una criminóloga, escritoras, actrices, cantantes” (Corradini, 2007).
El otro se analiza, se comenta y se observa. Para ello es más fácil contar con una imagen o una frase que lidiar con aquel en el presente; porque parece más manejable organizar y dar sentido a la fijeza del registro. En una de las escenas más representativas de la película, Calle y Shephard se interrogan cámara en mano dentro del auto. Están a una distancia mínima, en un espacio cerrado que comparten cotidianamente, pero parece que la única manera de dialogar fuera a través de la cámara. En otra ocasión, hacia el final de la película, Sophie graba a Greg orinando al lado del auto mientras dice pícara, pero no muy entusiasmada: “una mujer debería saber cómo se ve el pene de su esposo”.
El mítico viaje hacia la costa oeste termina con la idea de la casita feliz y un epílogo poco alentador. En meses se pasa de las declaraciones de amor a la traición. Él y ella dan sus respectivas versiones del final del matrimonio. Prólogo y epílogo son equivalentes en duración y se ven iguales: la pantalla negra con un pequeño fragmento de un cuadro al centro. Se insiste en el privilegio de la narración por sobre la imagen y la música. Las emociones se relatan, se interrogan, se negocian. La pareja es un proyecto y, en este caso, éste ya ha terminado.
Bibliografía
Corradini, L. (2007, octubre 20). Sophie Calle, en el espejo. ADN Cultura. Recuperado de
http://www. lanacion.com.ar/953658-sophie-calle-en-el-espejo
Grau, O. (2009). Tiempo y escritura. El diario y los escritos autobiográficos de Luis Oyarzún. Santiago: Universitaria.
Illouz, E. (2007). Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo. Buenos Aires: Katz.
Vergara, C. (2011). Double-blind de Sophie Calle y Greg Shephard, laFuga, 12. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/double-blind-de-sophie-calle-y-greg-shephard/437