En un curioso proceso de inversión propio de algunos giros actuales aquella soberana categoría “tercera edad” habría pasado de fechar y finiquitar la vida útil de los cuerpos para la producción al paso definitivo hacia la esfera del consumo; de la acumulación de experiencias expresadas en un saber a la regresión a una adolescencia sublimada ávida de aceptación sexual (la “adultez”, por oposición, sería el lugar donde el contrato institucional, familiar y laboral, habrían llegado a su apogeo). Así la “edad de oro”, y con ello el ideal de los “modos de vida” habría pasado de la aspiración ilustrada de la conquista de la experiencia y con ello un saber legitimado, al deseo aspiracional de una “juventud infinita”, dispositivo central que el mundo del fitness, la publicidad y la moda no habrían dejado de recordar.
La conquista de la “adultez” y con ello el paso al fin de su etapa productiva habría cerrado su ciclo económico habiendo sabido asegurar su tiempo futuro (el ahorro) para asegurar una etapa en que el consumo de “calidad de vida” premia a una vida anulada dedicada al ahorro y el trabajo. El rasgo más notable de esto está el cambio de significado del concepto “carpe diem” que habría permutado el peso trans-histórico del dolor por el consumo de todo aquello que “place desinteresadamente”, una neo-estetización de la experiencia traspasada a una farsa que va del pastiche turístico al ámbito de lo íntimo entendido como proceso de individuación. Por supuesto que se trata de algo nuevo: el pack incluye un cierto derecho sexual, a la calidad de vida y a la consideración como sujetos “válidos” para la institución.
Así, ocio y trabajo vuelven a reunirse en la ficción. Se estipula que la ficción debe cumplir su misión central (distraer, llevar su mensaje de “carpe diem”) y apelar a la identificación afectiva y emocional para contar una historia que tiene por eje central los procesos de liberación de la “represión”, así como la aceptación del otro en el marco de regímenes de aceptabilidad social (ampliando, también, estos marcos, veáse el rol de Noguera como homosexual), en la cual, una vez más, es la pareja – como punto de llegada - la que cierra el ciclo íntimo del Eros.
La comedia de enredos, en ese sentido, trataría de anteponer obstáculos a esos destinos inconclusos, el arco de los personajes, debe desarrollar los conflictos relacionados a la “liberación” del eros, a la aceptación del otro, a la comprensión de un “sentido de la vida”, en este caso, ligado a una mitología cósmica de la infinitud.
Curiosamente, en términos de una política del cine latinoamericano, el film de Galaz habría seguido en la ruta de apropiarse de algunos modelos dramático-narrativo de carácter industrial, cuestión que ya había hecho con “El chacotero sentimental” pero obviando el momento estratégico de tal apropiación (el quiebre de los tópicos, los recursos de distanciamiento, la aparición de temáticas sociales y públicas) resolviendo los conflictos en el ámbito de lo privado, y mediante dudosos discursos sobre “la vida”. Si el Estado, aparecía en “El chacotero…” como un ente burocrático por el cual luchar- vía la agrupación vecinal, por ejemplo- ya sea por una mejor vida o una mejor vivienda, aquí se establece como el ente asegurador, el punto de llegada del conflicto- el consumo de calidad de vida 1Veáse sobre “discursos sobre la vida”, new age y su rol en el capitalismo liberal: Agnes Heller “Biopolítica. Cuerpo y modernidad”; Paula Sibilia “El hombre post-orgánico”, FCE. Nítido discurso que cierra con un plano del Instituto Nacional de Pensiones y su programa de vacaciones de la tercera edad.
El éxito masivo de una película como El regalo, debe entenderse menos como el paso adelante de una industria como la aceptación tácita de que el cine debería ofrecer- según ciertos discursos- lo que el público chileno “quiere ver”. Pero estos discursos olvidan que en ese proceso de intercambio económico-simbólico sus excedentes y residuos politizan la esfera del valor, y que es por esa operación- pugna por el sentido – que los procesos sociales se ponen en marcha.
Pinto Veas, I. (2009). El regalo, laFuga, 9. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/el-regalo/278