La vigésimo sexta versión del FICG, Festival Internacional de Cine de Guadalajara, ofreció una amplia muestra de cine mexicano e iberoamericano en las secciones oficiales en competencia así como en las propuestas fuera de competencia, en las que se encuentran, entre otros: “Jurados presenta”, “Películas invitadas”, “Panorama internacional” y “País invitado”, que este año fue Israel. El FICG se consolida como un festival de festivales, pero en medio de la diversidad y la amplitud de sus muestras y espacios de encuentro, conserva la esencia de sus orígenes. Pues no solamente sigue teniendo en el centro la Muestra de Cine Mexicano ―nombre inicial del festival― uno de sus objetivos fundamentales desde el comienzo, sino que el vínculo con la Universidad de Guadalajara sigue fortalecido, generando una enriquecedora dinámica entre academia e industria. Este año como parte de la programación académica se realizó el II Coloquio de Óperas Primas Documentales que además del Festival, en la organización contó con REDIC (Red de Investigadores de Cine), CUCSCH (Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara) y el equipo de Artes Visuales de CRIMIC (Centre de Recherches Interdisciplinaires sur les Mondes Ibérique Contemporains de la Universidad Sorbonne). También hizo parte de los espacios de formación el Talent Campus, que este año se hizo en colaboración con la Berlinale y el DocuLab. La promoción del cine tiene una sección propia: Industria. Un espacio de encuentro y promoción que realizó el VII Encuentro Iberoamericano de Coproducción Cinematográfica y el Guadalajara Construye 5. Todo lo anterior convierte al FICG en un festival integral capaz de abarcar todos los públicos y procesos de producción, circulación y recepción cinematográfica.
Ofrecemos una breve panorámica por las secciones oficiales sin por esto desconocer la importancia de muestras como: “El género a lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo”, esta vez el tema fue el cine de vampiros y la selección fue hecha por Guillermo del Toro; o la Retrospectiva Werner Herzog, que incluyó la proyección de cortometrajes de la década del sesenta, hasta su más reciente trabajo, Cueva de los sueños olvidados.
Se destacó en la muestra mexicana la aparición de óperas primas de jóvenes realizadores provenientes de diversas escuelas de cine y centros de formación del país. La selección de largometrajes de ficción dio cuenta de la heterogeneidad de los temas y de la concepción cinematográfica, pues si bien sobresalieron producciones como: Entre el día y la noche, ópera prima de Bernardo Arellano; Lluvia de Luna, de Maryse Sistach; Asalto al cine, ópera prima de Iria Gómez, que obtuvo el galardón en esta categoría; y El premio, de Paula Markovich, ganador de varios premios (entre ellos Mejor Largometraje de Ficción por ser propuesta de alto valor estético y cinematográfico); también hubo presencia de películas que, como Años después o Reacciones adversas, resultaron efectistas, pues recurren a formulas desgastadas o violencias gratuitas para conquistar al gran público. Incluso en un terreno de trabajo colectivo que podría ser más innovador como Los inadaptados, en el que cuatro directores se aventuran a tejer un nudo de historias, la falta de relación entre ellas y las actuaciones viciadas no le permitieron llegar a buen puerto. Es cierto que este contraste parece hacernos sentir una suerte de esquizofrenia, lo que tampoco es ninguna novedad, pues es claro que se apuesta por abrir espacios a lo más alternativo, arriesgado y artístico, como a la promoción de producciones de corte más complaciente.
En la muestra de “Largometraje Iberoamericano de Ficción” Post Mortem, de Pablo Larraín, se llevó varios premios, entre ellos el de Mejor Actor por la actuación de Alfredo Castro y Mejor Película. Se destacaron las producciones españolas como Amador, de Fernando León de Aranoa, que fue reconocida con el premio al Mejor Director, u 80 egunean, de Joxe Mari Goenaga y Jon Garaño, en la que dos amigas de se reencuentran y se aviva entre ellas el cariño de adolescencia. Una historia que revisa las relaciones amorosas de la vida de estas dos mujeres que rondan los setenta años, y pone en la pantalla un tema cada vez más recurrente, como lo es el amor en la madurez, en este caso con un componente homosexual. La coproducción de Cuba y España, Afinidades, dirigida por los actores Vladimir Cruz y Jorge PerugorrÍa, reconocidos por su actuación en Fresa y chocolate, propone una historia sobre el vacío, las relaciones de poder y el sexo como una canalización de las dos primeras. Es la historia de un fin de semana de intercambio de parejas entre un empleado y su jefe, es la excusa para llevar al espectador por las reflexiones de los protagonistas y para enunciar algunas señales del cambio de modelo de la isla. Otra coproducción entre Venezuela y Perú, El chico que miente, de Marité Ugás, nos conduce en un road movie por la historia de un chico que parte en una búsqueda que no es del todo clara. La película tiene como escenario el deslave de Vargas ocurrido en 1999, va mostrando lo que este dejó a su paso, pero también lo que quedó en medio de la nada.
En las muestras documentales, la mexicana y la iberoamericana se presentaron tres trabajos sobre memoria, dos de ellos sobre El Salvador: El lugar más pequeño, ópera prima de Tatiana Huezo, y El cielo abierto, de Everardo González. Ambos de alta calidad visual y con una mirada crítica sobre la historia de El Salvador. El cielo abierto, homenaje a monseñor Oscar Romero, presenta un vivo retrato a partir de imágenes de archivo y testimonios de quienes le conocieron, de un hombre que fue capaz de comprometerse con su comunidad, de ser coherente con su propia ideología religiosa y emprender una valiente campaña en contra de la violencia de Estado, una investigación que evidencia el rol definitivo de la Iglesia Católica como una institución influyente en los ciudadanos y la diferencia que hace el que uno de sus miembros de las más altas jerarquías este dispuestos a asumir el compromiso profesado hasta las últimas consecuencia. El tercer documental sobre la memoria es Nostalgias de la luz, de Patricio Guzmán, en el que gracias a que encontró en el desierto la confluencia de tres actores diferentes: astrónomos, geólogos y familiares de detenidos desaparecidos, vuelve a hablar de lo mismo de una manera distinta, con una construcción visual mucho más fluida y con un empleo muy refinado de la metáfora. Esta película, que se llevó el premio al Mejor Documental Iberoamericano, nos propone una reflexión sobre el tiempo que va mucho más lejos de lo que narra la historia.
En “Competencia Iberoamericana” estuvo seleccionado el último trabajo del uruguayo Aldo Garay: El casamiento. El documental cuenta la lucha de Julia Brian, transexual de sesenta años, por convertirse legalmente en mujer y la historia de su casamiento con Ignacio. Este largometraje fue objeto de reflexión por parte del teórico Jorge Ruffinelli en el II Coloquio de Óperas Primas, en la conferencia titulada “Cuando la ópera prima se multiplica: el ejemplo de Aldo Garay”. El profesor Ruffinelli hace un recorrido por la obra de Garay mostrando su capacidad de moverse entre la producción televisiva y el documental creativo, como también la constancia y el respeto con que guarda los vínculos con sus personajes lo que le permiten un acercamiento profundo y poético a historias singulares.
Un festival enorme, en el que cada año se dan cita no sólo las producciones de México e Iberoamérica, es un espacio de formación de nuevas generaciones y de gestación de nuevos proyectos, por lo que es sin duda una referencia para la industria y la crítica.
María, A. (2011). FICG/26, laFuga, 12. [Fecha de consulta: 2024-12-02] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/ficg26/470