José Luis Sepúlveda y Carolina Adriazola nos traen una película que se mantiene en la línea del trabajo que la pareja viene realizando desde hace varios años. Fieles a su estilo que, en desmedro de la estética, retrata la vida con tintes desagradables y duros. Una mirada de la realidad que muchas veces se evita para no enfrentarse a la incomodidad que genera reconocer la existencia de vidas que luchan y patalean por sus objetivos dentro de un desamparo estructural. Harley Queen nuevamente propone un choque con lo incomodo que es totalmente necesario de afrontar.
Harley Quinn, es un personaje de ficción, ícono de la cultura popular dentro de los comics de superhéroes que luego hace su aparición en el cine en 2016: en un ícono sexualizado, con poca ropa y al servicio del consumo para el público masculino y heterosexual. El personaje perfecto para una bailarina de stripteases pero en este caso la realidad dista de la ficción y la Harley que seguimos en el filme de Sepúlveda y Adriazola no entra en el estereotipo estético de ese canon es una versión real, es Harley Queen.
Caro es la protagonista de esta película, vive en Bajos de Mena y su alter ego es Harley Queen, una bailarina de stripteases. Ella al igual que el circulo de personas que nos presenta la cinta, tienen sueños, aspiraciones y objetivos que desean concretar. Lamentablemente durante la película veremos como esos deseos se enfrenten cara a cara con la realidad y pierden en diversos ámbitos.
La película pasa por diversas temáticas como si fuera una rápida radiografía de las aspiraciones y problemas que se viven en los sectores populares. Desde el principio con una sesión de fotos se exhibe la importancia de la captura y de lo visual en los tiempos actuales, las fotografías durante toda la película están relacionadas con la imagen que se proyecta hacia el exterior, imagen entregada por las redes sociales, lenguaje que se va intercalando a lo largo de la cinta mostrando a Caro interactuar con ese mundo que no vemos cómo responde pero nosotros si conocemos la imagen que ella entrega.
El abanico de personajes que se desenvuelven junto a Caro es amplio, pasando por un neo nazi que es un testimonio peligroso y real de como esas ideologías se han insertado en los sectores populares encontrando fuerte adherencia en personas que se cansaron de sentirse abandonadas por el estado y que buscan respuestas en corrientes radicales. Melany, es una adolescente que espera en sus pares adultos encontrar apoyo y oportunidades para independizarse pero topa con el muro de la marginalidad y de los prejuicios que la terminan alejando de nuestra protagonista: para Melany es una buena opción entrar a la fuerza policial porque allí ve una salida o mejor dicho un escape de las condiciones de vida que la limitan en este momento. Al igual que ella, son muchos los jóvenes que entran a la policía aunque esto vaya contra sus principios, porque les da la posibilidad de salir de su sector social.
Por otra parte, observamos el debate en torno al feminismo en el espacio público, presente en Harley primero en una marcha de mujeres por el centro de Santiago junto a su hija. Expuesta ante ese escenario público la vemos siendo parte de un movimiento grande y robusto de mujeres. Es en el stripteases donde encontraría círculos de confianza y a la vez la intromisión de las contradicciones del consumo masculino.
La academia de baile en la que Harley participa es un espacio que ellas mismas denominan “de apañe”. A pesar de eso, su disciplina de baile se encuentra pauteada por el consumo masculino. Bajo el argumento de “mostrar demasiado”, Harley termina siendo descalificada de una competencia de baile. Sin importar lo empoderante y seguro que parece el espacio del streptess, Harley se encuentra con el consumo masculino poniendo las reglas de cómo debe expresarse.
La espiritualidad de Harley es un elemento que se hace presente en diferentes momentos de la película. Vemos distintos trabajos realizados por Harley y sus amigos relacionados con experiencias paranormales, situaciones que ella trata con solemnidad y respeto. Mientras avanza la película van apareciendo referencias a los hijos fallecidos hasta que nos muestran una secuencia de montaje construida por registros de un incendio que no pudo ser controlado por las falencias estructurales del espacio que habitan en la población. El departamento quemado es presentado en un montaje fotográfico, fotogramas y no videos, nuevamente la idea de la captura del momento y de la imagen que se proyecta. El registro del pasado se mezcla con las imágenes de las ruinas entregando elementos del documental y haciendo que Harley deje de ser un mero personaje y se transforme en una persona real que arrastra tragedias pasadas y que repercuten en su presente.
De sus hijos muertos Harley Queen nos entrega dos grandes reflexiones, la primera es una crítica al hacinamiento, encierro que las familias de Bajos de Mena y otras poblaciones se encuentran viviendo día a día. La segunda tiene que ver con la privatización de su luto expresada en una discusión en el cementerio donde su interés por fotografiar la tumba de sus hijos choca con la idea de propiedad que tienen los dueños del cementerio. Si ni siquiera su luto puede pertenecerle, pareciera que no existe nada que no dependa de terceros en la vida de Harley.
Las películas del cine antisocial están construidas sobre imágenes de la realidad, en muchas ocasiones se presentan secuencias difíciles de ver por su contenido visual desagradable que repele al espectador pero le recuerda el lugar desde donde están grabadas las películas. Harley Queen no es la excepción de estas imágenes difíciles de digerir y nos muestra en cámara a un gato que fue envenenado, lo vemos sufrir, escupir sangre: finalmente “por su bien” le intentan romper el cuello. Puede que esta sea la secuencia más difícil de ver en pantalla, ver la muerte directamente a los ojos para poder por un breve momento estar más cerca de la posición de los personajes, cara a cara con la muerte de manera diaria.
El final de la película se presenta tan errático como el arco narrativo general del filme: surgen personajes que no habían aparecido antes, acciones que no vimos ser preparadas y Harley, feliz (aparentemente) contrayendo matrimonio; aunque por circunstancias ajenas se va empañando esa felicidad que podía vivir, y se cubre la escena de violencia.
La película al igual que la filmografía entera de Sepúlveda y Adriazola es un gran ejemplo de nuevas formas de hacer cine, mediante una alternativa que se aleja de la ficción pura e invitan a buscar en la realidad esas imágenes que son dignas de llevar a la pantalla y que las personas las interpreten para hacerse juicios sobre realidades que muchas veces evitan tener frente a sus ojos. Lamentablemente para quienes deciden mirar a otro lado, su omisión no desaparece estas realidades y mientras la propuesta de cine antisocial de la pareja de directores siga sumando espacio y metraje seguirán apareciendo películas así.
Salas, S. (2021). Harley Queen, laFuga, 25. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/harley-queen/1044