Inmersión, el primer largometraje del director Nicolás Postiglione, es un thriller que examina los prejuicios sobre personas de apariencia pobre y mestiza, a través de la mirada de un hombre mayor de clase acomodada, haciendo alusión al conflicto que hoy por hoy enfrenta al pueblo Mapuche con el Estado de Chile por las tierras ancestrales, y alimentándose de los juicios sociales, clasistas y de discriminación presentes en la cultura chilena hacia las personas más vulnerables por parte de quien se siente superior por tener una mejor educación y economía.
La narrativa de la película es como sigue: Ricardo (Alfredo Castro) está de viaje en el sur, para ir a visitar la antigua casa familiar. Acompañado de sus hijas Teresita (Consuelo Carreño) y Claudia (Mariela Mignot) navega en un lago en el sur de Chile a bordo de un velero a motor. “Los mapuches tienen la cagada” dice casualmente Ricardo, mientras observa el imponente paisaje que rodea el lago, carente de actividad humana a la vista. De pronto, observa a lo lejos, un bote con tres pescadores que piden auxilio ya que su embarcación se está hundiendo. Preso de la desconfianza por la apariencia de estos, rápidamente cambia de rumbo su velero ignorando los gritos de los pescadores, no sin que antes su hija Teresita se dé cuenta de la situación y comience a pedir a su padre que vaya en ayuda de las personas.
Una vez arriban a la casa familiar, que está en aparente estado de abandono, Ricardo comienza a tomar fotografías del lugar recalcando que el lugar solo necesita un par de renovaciones para ser vendida. En medio de la visita el padre discute con sus hijas, con quienes no tiene una buena relación y tras ser tratado de cobarde por no ayudar a los pescadores y en un acto de orgullo herido y resignación, decide volver al lugar donde se hunde la embarcación. Al llegar se enteran de que uno de los pescadores siguió su velero a nado y se encuentra desaparecido, por lo que a regañadientes sube a los dos restantes Walter (Michael Silva) y Conrado (Alex Quevedo) y parten en busca del tercero desaparecido, Adrián. Esa es la premisa que da inicio a una historia que avanza con ciertas reglas del thriller y el suspenso.
Con una construcción temporal bien lograda, personajes duros y un sembrado de información incompleta, características de este tipo de género, como espectadores quedamos a la expectativa de que ocurrirá y si las dudas que se nos van formando encontrarán finalmente una respuesta.
Filmada mayormente a bordo de un velero, un espacio que ya de por sí es pequeño y contribuye a la sensación de claustrofobia por parte de todos los protagonistas, en el filme se hace uso de planos cerrados para hacer énfasis en la gestualidad de los actores y así proyectar al espectador las sensaciones del momento, inseguridad, recelo combinada con grandes planos generales que nos muestran la soledad del lago Lanalhue enclavado en la cordillera de Nahuelbuta, bellamente capturado por la fotografía de Sergio Armstrong (quien previamente ha trabajado en filmes de Pablo Larraín).
El paisaje solitario y el sonido del sur de Chile, se ve interrumpido por una música que ayuda a sumergirse en la película, aunque a ratos es demasiado invasiva y llega a perturbar la sensación de tensión tan bien construida por las imágenes.
Hay algo en que insisten la narración, que se esfuerza en mostrarnos el punto de vista de estos cinco personajes dificultando la empatía con cualquiera de ellos. haciendo desconfiar incluso al espectador de las dudas razonables que puedan surgir: ¿Es prudente ayudar a estas personas que no conocemos? ¿Qué esconden estos pescadores cuyo hermano ha desaparecido en tal ambigüedad?
Walter y Conrado tienen la seguridad de que Ricardo los abandonó a su suerte la primera vez que vio su bote hundirse, por lo que su combatividad es intentar sacar a este hombre de su zona segura. De todos modos ¿por qué deberían confiar en él cuando el otro abiertamente sospecha de ellos? Esas preguntas van surgiendo a medida en que avanza el trhiller, en donde la composición acompaña la incomodidad de la situación expuesta.
Pasado una hora estamos al final de la película, no hemos encontrado al tercer pescador. Anochece sobre el lago y los prejuicios y los malentendidos vividos durante el día han provocado que la tensión se incremente a tal punto que una discusión inevitable tiñe el agua de rojo. Los pescadores abandonan el velero ya sin petróleo. Ricardo y sus hijas quedan desamparados en medio del lago, en un claro reflejo de cómo partió el filme. Se nos muestra una imagen del velero varado y solitario en medio del lago Lanalhue, haciendo justicia al nombre de este, como “lugar de almas en pena”.
Regla, S. (2023). Inmersión, laFuga, 27. [Fecha de consulta: 2024-12-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/inmersion/1169