En Isla Alien, documental sobre la Isla Friendship, el director chileno Cristóbal Valenzuela continúa elaborando su línea estilística ya planteada en Robar a Rodin (2017). En su primer largometraje, el juego entre el testimonio, lo verídico y las recreaciones actuadas ayudan a construir un híbrido entre la puesta en escena ficcional y documental. En esta nueva película, Isla Alien, el cineasta aborda la famosa leyenda urbana que ya forma parte de nuestra cultura popular, sus orígenes, el impacto que tuvo en los medios en la década de los 80 y su aparentemente desconocida relación con la dictadura.
Mediante el uso de testimonios que van desde fervientes ufólogos y creyentes en los aliens hasta sujetos más escépticos, complementado con material de archivo de la época en la que este mito alcanzaba su mayor popularidad, y la previamente mencionada puesta en escena y recreación ficcionada de los testimonios, Isla Alien construye un relato sumamente complejo, repleto de aristas sociológicas, políticas e incluso cómicas y absurdas sobre la leyenda urbana de las Islas Friendship. La conclusión que puede salir de estos diversos puntos de vista queda fundamentalmente a cargo del espectador.
Sin embargo, no se puede omitir el punto de vista con el que Valenzuela nos muestra y trata a sus entrevistados. A pesar de que los elementos cómicos y trágicos son evidentes, jamás pareciera que ellos están siendo juzgados o ridiculizados por sus creencias. Y es de esta forma que surge el verdadero tema del documental: la profunda necesidad humana de creer en algo, algo más grande que nosotros, algo incomprensible e inexplicable, pero que en un acto de fe elegimos creer sin cuestionamientos. Todos, aunque algunos más que otros, necesitamos creer en algo. Y quizás algunas personas eligen creer en los aliens, en una misteriosa isla al sur de Chile donde habitan seres extraterrestres. ¿Quiénes somos nosotras para juzgarlas y burlarnos de ellas por esto? A pesar de que el filme deja en evidencia el cómo estas personas resultaron engañadas por un agente de la dictadura que les hizo caer en esta conspiración, y cómo algunas de esas personas aún no pueden aceptarlo, no las deja como simples víctimas. Son sujetos complejos con creencias y convicciones propias. La humanidad y profunda empatía con la que los retrata, sin juicio, resultan innegables para mí.
Valenzuela trabaja dicho punto de vista alternando materiales: entre entrevistas y recreaciones, al igual que en su primer largometraje, e introduciendo un fuerte uso del material de archivo, que va desde noticieros y programas de entretenimiento nacionales, películas de ciencia ficción sesenteras, y, sobre todo, el uso de cintas de audio con grabaciones de las supuestas conversaciones entre radioaficionados y los habitantes de la isla. Sin embargo, a diferencia de su ópera prima, todo esto resulta sumamente estilizado dentro de Isla Alien: inspirado fuertemente por películas de terror clase B de los 60, el filme presenta una estética y estilo únicos para el cine nacional, fruto de la quizás improbable unión de géneros como lo son el documental y la ciencia ficción. Utilizando estas cintas de audio como base, Valenzuela recrea lo que escuchamos en ellas con una rica propuesta estética que va desde el uso blanco y negro, el juego de luces y sombras cercanos al cine noir, una relación de aspecto 4:3 y una banda sonora profundamente influenciada por obras de la época previamente mencionada. De esta forma, el cineasta nacional construye este punto de vista casi exclusivamente mediante este relato coral que construyen los principales involucrados en el caso, sus vivencias y su propio material, generando esta fuerte empatía no sólo con los personajes, sino que con el relato mismo.
Isla Alien es un documental sumamente particular, pues parece estar lleno de contradicciones. Es veraz, pero fantástico y ficcional a la vez. Es cómico, pero profundamente denunciante. Sus conclusiones respecto a la verdad tras este caso parecen absolutas, pero también deja un amplio espacio a la interpretación del espectador. El documental posee estas aparentes dicotomías pues, al contrario de lo que puede parecer al ver su trama, lo que le concierne no son los aliens o incluso la Isla Friendship, sino que el ya mencionado anhelo por creer en algo. Y tanto nuestras creencias como nuestra humanidad están llenas de contradicciones. El cine documental basado en casos “sin resolver” y que ya forman parte de la cultura popular, frecuentemente se centra tanto en llegar a verdades absolutas o conclusiones que deja la emocionalidad que siempre yace tras cualquier tema de lado. Isla Alien es capaz de llegar, hasta cierto punto, a algunas respuestas, pero sobre todo es capaz de abrazar esto, la emoción, la humanidad y las contradicciones inherentes a ella, para crear una obra que es tan única como estremecedora, graciosa y emocionante.
Rioseco, F. (2023). Isla Alien, laFuga, 27. [Fecha de consulta: 2024-11-02] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/isla-alien/1189