Una casa de papel maché, cinta de embalaje y masking tape está viva. Pintura chorrea de las paredes que respiran y se mueven, cubriendo muebles y el suelo. El papel nace, crece y se transforma en formas orgánicas y objetos domésticos, modificando sillones, sillas, platos, juguetes, ventanas, puertas y habitaciones. En un movimiento constante todo vibra y muta, surgiendo de este caos María y sus dos cerditos, los que se transforman en niños a su cuidado. La casa se levanta amenazante, pero María quiere jugar con sus cerditos, quiere crear un hogar, quiere escapar. María y sus acompañantes se transforman en diferentes materiales, cambian de tamaño, ingresan a las paredes y salen de ellas, se derriten, se quiebran. La casa los habita a ellos, impregnando miedo, angustia y desolación.
La película de Joaquín Cociña y Cristobal León es única desde su propuesta narrativa, modo de producción, materiales y visualidad. Durante toda la obra seguimos a María, quien intenta escapar de la Colonia Dignidad, una comunidad alemana instalada en el sur de Chile. Intenta escapar de un castigo, ya que liberó a unos cerdos de su corral. María se interna en el bosque y se refugia en esta casa, donde los acecha una voz, probablemente la del líder de la colonia, como un lobo que nunca vemos.
La Colonia Dignidad se fundó en Chile en los años 60 albergando hechos terribles, entre ellos abusos sexuales a menores, torturas y fabricación de armamento. Sin embargo, su desaparición fue gradual hasta inicios de los 2000, cuando fue detenido su líder Paul Schaefer. Al inicio de la película, este hecho real se instala a partir del montaje de un video institucional, que muestra la aparentemente pacifica y armónica vida de los habitantes de la Colonia. Videos similares fueron difundidos cuando esta colonia funcionaba, con el mismo fin de disipar los rumores en torno a ese lugar.
A medida que avanza la película, la distancia con el hecho real aumenta, perdiéndose casi por completo. La narrativa remite a un cuento infantil de terror, el cual se adentra cada vez más en la subjetividad de María materializada en esa casa, una infancia distorsionada y angustiante, cuya voz relata detalles de su vida en la colonia y sus deseos de formar un hogar junto a los cerditos, creando una extraña relación maternal que los transforma en humanos. Si bien esta historia es particular y remite a un momento especifico, la narrativa y viaje emocional ocurren de manera fluida y natural, se percibe terriblemente universal, absorbiendo toda la atención del espectador en ese espacio construido. No tenemos claridad de si lo que estamos viendo es un sueño, una materialización de los miedos de la protagonista o una construcción del lobo. Desde la ambigüedad, logra instalar al espectador en una historia concreta y estado emocional especifico, siniestro y extraño.
El modo de producción es igualmente particular, posicionándola como una obra intermedia entre el circuito de obra artística y cinematográfica, pudiendo circular tanto en festivales de cine como en galerías de arte. La Casa Lobo se grabó a lo largo de varios años, en varios lugares del mundo, donde los directores instalaron sets de tamaño real en galerías y museos. Su estudio es un espacio móvil que puede construirse en casi cualquier parte. Como una obra viva, los artistas trabajaron en cada lugar y los espectadores podían presenciar el proceso. El espacio de trabajo se transforma desde el proceso de animación cuadro a cuadro, preocupándose de mantener todo en constante movimiento, incluso la cámara. Este modo de trabajo experimental otorga a la imagen una organicidad que le es propia, apegándose a su coherencia visual y narrativa, resignificando y contextualizando materiales mediante la animación.
Los materiales con que se construye La Casa Lobo son cotidianos y de bajo costo: papeles, cartones, cinta de embalaje, pintura, hilos y objetos domésticos en una especie de collage móvil tridimensional. Tanto el movimiento como los cambios de materialidades y texturas, permite que objetos comunes pierdan su familiaridad y sirvan a la narrativa, siendo el masking tape el mas destacado, utilizado para construir objetos y a los personajes. La intervención invisible de sus autores ocurre entre cada fotograma, vemos el resultado de esas acciones en la animación, reflejados en la modificación del material en movimiento. Los materiales y texturas destacan también desde el sonido 1En el artículo Perturbaciones sonoras, resonancias visuales: reflexiones sobre tres filmes experimentales, por Carolina Urrutia y Ana Fernández (2018), proponemos una aproximación más en detalle respecto a como opera el sonido en este trabajo, citando a Alcoz, desde el “substrato matérico del sonido”. Disponible en: https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/cma/article/view/21962, el espacio sonoro funciona en conjunto con la imagen, reforzando la ilusión de vida desde los materiales. Escuchamos el rasgado del papel, chorreo de la pintura junto con las voces, susurros, golpes y el viento. Existen también momentos de música y sonidos extra-diegéticos, que refuerzan la atmosfera amenazante y estado de ánimo de los personajes.
Podríamos considerar a La casa lobo como una manera plástica y material de pensar una realidad (un pasado) problemática. A pesar de que el hecho real en que se inspira se pierde, diluido en el caos de objetos y materiales, trabajar desde la falta de información e imaginar estados emocionales terribles desde las atrocidades que ocurrieron en ese lugar, es una vía posible de aproximación hacia ese hecho pasado. Probablemente no sea posible tener todas las certezas de ese evento pero, como una fábula o cuento siniestro, busca razones desde la ficción para dar sentido a ese momento de nuestra historia y contribuir a su permanencia en el tiempo. Es difícil imaginar que esta obra sea posible con otra técnica, la animación expone subjetividades que no siempre pueden ser filmadas, crea mundos paralelos que, en este caso, reflejan terroríficamente el nuestro.
Fernández, A. (2019). La casa lobo, laFuga, 22. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/la-casa-lobo/959