Otra película indie. Otra obra gringa respaldada por el festival Sundance. Otro afiche cool. Fox Searchlight detrás de ella, la división indie de la major omnipresente que respalda lo indie que pueda llegar a ser la película. Y así. Lo independiente del cine norteamericano parece ser un pretexto para llegar a Hollywood. ‘Little Miss Sunshine’ era algo a lo que había que llegar lleno de escepticismo. Las garantías de lo que se entiende por independencia dentro de la industria paradigma suelen incluir buena música, buenos actores y escenas lindas (‘Garden State’, por ejemplo). Lo indie sólo por el hecho de serlo. Peligro.
Un inicio sin rodeos. Un primer plano de los anteojos de una niña que revisa y retrocede para ver de nuevo un video de Miss America, grabado para imitar sus gestos. Y en la economía de lo sintético, entran el resto de los personajes. Un adolescente críptico y callado, una madre abnegada, un padre que dice dar las recetas para el éxito ante un auditorio de cinco personas, un anciano liberal, el hermano de la madre en la silla de ruedas de un hospital. La familia Hoover en pleno. El mapa está descrito. Desde ahora, todo será quién hace qué.
Jonathan Dayton y Valerie Faris son dos directores provenientes de la industria del videoclip, con REM o Beastie Boys como algunos de sus trabajos. Este es su primer traspaso al celuloide y el resultado es mágico. Algo hay en ‘Little Miss Sunshine’ que provoca una inmediata empatía. Olive, la hija menor, quedó seleccionada para un concurso de belleza. Por varios motivos, son todos los que viven con ella los que tienen que acompañarla en el viaje, que queda a muchos kilómetros de casa. Una camioneta destartalada es el vehículo para estas horas que resultan siendo mucho más que un viaje cualquiera.
Dayton y Faris proporcionan un relato de gran franqueza. Con ritmo fluido y un desarrollo orgánico de los dolores individuales que crece sin mayores exabruptos. ‘El concurso de belleza tras otro’ que es la vida y el viaje terminan en una violenta catarsis familiar, en una memorable escena en la que todos dejan atrás sus pudores. La parte masculina del equipo es la que asume las mayores repercusiones. El padre se dará cuenta de que los éxitos que vende en su programa de nueve pasos son susceptibles de fallas, el hijo tendrá que asumir que las expectativas de futuro que había construido con rigor se ven derrumbadas por algo ajeno a su voluntad, el tío empieza a digerir las orientaciones de su propia vida tras un grave despecho amoroso, y el abuelo sufre las consecuencias de sus propios excesos. Olive y su madre son quienes sobrevienen de un mejor modo el viaje, no porque tengan menores cargas sobre sus hombros, sino porque cuentan con la ventaja de ser quienes tienen más fortaleza.
Tras una presentación que evidencia su disfuncionalidad, sus fracturas, los directores podrían haber manipulado los personajes hasta llevarlos a la caricatura. La opción, muy afortunadamente, no se toma. Independiente de los caracteres de cada uno, muy disímiles unos de otros, la verosimilitud se consigue por un guión libre de excesos y por excelentes actuaciones (notable el trabajo de Steve Carrell). La familia contemporánea atraviesa el proceso de desintegración del cual todos somos víctimas. La cinta asume el problema, sin evadirlo. Carece de cualquier idealismo al respecto. Lo que sí reconoce es una nueva comprensión de este núcleo social: los Hoover contienen conflictos, algunas incomprensiones y muchas heridas, pero son capaces de vincularse entre sí porque son lo único que tienen, al fin y al cabo. Los lazos afectivos no se explicitan diariamente con frases de amor, pero sí se trabajan cuando es necesario buscárselas como un equipo para lograr un objetivo, que en la diégesis parte siendo el obstinado concurso de belleza, pero que deriva siendo mucho más que perseguir esa corona. La camioneta no parte si es que no todos la empujan, y es la camioneta la que los lleva a todos a su destino. Varios signos tan inteligentes y perceptivos como éste van haciendo de ‘Little Miss Sunshine’ un pequeño discurso, un gesto que contiene a sus propios afectos y que es lo suficientemente sensible como para no engolosinarse con lo que busca narrar, que termina siendo horas en la vida de una familia, un tránsito en una carretera, una conversación en una camioneta.
La película se aleja del estereotipo de lo indie en la medida de su propia sencillez. Una fábula honesta, privada de exageraciones (salvo algunas licencias de guión, como por ejemplo, el descubrimiento del daltonismo de uno de los personajes), que se inscribe desde un principio en parámetros realistas. El peligro no es tal. No hay que temerle al clan Hoover. Una pequeña anécdota, circunstancias individuales que se intersectan y risas que duelen.
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Zúñiga, O. (2005). Little Miss Sunshine , laFuga, 1. [Fecha de consulta: 2024-12-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/little-miss-sunshine/133