Melodrama Lo-Fi, opera prima del joven director chileno Alexis Aldana, es una película que se registra desde la sinceridad, construyendo una historia local con personajes que se sienten cercanos. Un cine que busca su propio lenguaje, lo que le da frescura y la hace una historia verosímil.
Desde las claves melodramáticas Aldana nos presenta a Aída, su protagonista, una joven que llega a la cuidad y encuentra trabajo como empleada doméstica. Vive en una pensión y monótonamente su transitar se desarrolla entre el trabajo, su pieza y el recorrido que hace por el centro de Santiago descubriendo la ciudad. Todo cambia cuando Aída conoce a Michel, un cartero sordomudo, presentándosele la promesa de un romance.
Lo más logrado de esta película es la construcción inteligente de una narrativa del deseo, un melodrama proletario, donde el encontrar al otro restaura la sonrisa de su personaje principal, Aída, su deseo de tener a Michel y su torpeza frente a los acontecimientos, se comienza a constituir por medio de un relato gestual que va marcar el ritmo de este melodrama, enamoramiento que toca la fibra sensorial del espectador. Es ahí donde la película se arriesga a abandonar el dialogo por el gesto en el registro amoroso de los comienzos vacilantes de una relación, apoyado por un diseño sonoro, de modo que pareciera ser la banda de la vida.
La música toma un rol protagónico de la mano de los temas de Calostro, que contará la historia del devenir de estos personajes.
Fernanda Videla, representa a la joven empleada doméstica (Aída) quien en momento del rodaje aún no estudiaba actuación, sin embargo, realiza una interpretación notable. Y por otro lado Ives Laborie (Michel), quien si es actor profesional no se queda atrás. Ambos construyen una atmósfera que traspasa emoción. Sin caricaturas de la nana, sin discurso de clase, desde la sinceridad de las emociones su director comprende a sus personajes.
Otro punto interesante es el retomar la cuidad, dando respiro a la ficción para insertar fragmentos documentales. Aída tiene una especie de vocación de flaneur, en sus paseos solitarios por la ciudad. Lo visto en estos fragmentos es lo experimentado en ese caminar diario como transeúnte. Viajes que junto a Michel compartirá, transformándose en una experiencia fundamental para dejarse permear por el centro de Santiago y así padecer de este enamoramiento proletario, en una ciudad que a veces se hace difícil sobrellevar estéticamente.
El paseo se agota probablemente en el querer cerrar la trama respetando los códigos melodramáticos, se provoca una precipitación que rompe la narrativa construida anteriormente, caída en picada que se provoca llegando al final, donde se castiga a sus personajes protagónicos con la muerte, la culpa y la moral. El giro estético también en la fotografía que nos sitúa desde otro punto de vista dando hasta la impresión de ver otra película.
Prefiero la sinceridad de su trama, a ese cine que hace películas para festivales tomando ciertas tendencias de los autores de moda y movimientos. Visualidad y sofisticación, donde a veces resultan buenos ejercicios técnicos, pero casi siempre se nota la copia descarada al referente que no pasa por el pastiche o la cita posmoderna a modo de tributo cinéfilo. Y lo más penoso es la poca relación que tienen sus directores con los personajes y el mundo que intentan retratar.
Se agradece encontrar películas sinceras en donde la pretensión está en el hacer cine independiente, con las dificultades que significa recorrer el duro camino por finalizar una película.
Díaz, S. (2009). Melodrama lo fi, laFuga, 10. [Fecha de consulta: 2024-12-02] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/melodrama-lo-fi/372