Naomi Campbel (como la modelo pero con una “ele” menos) es el título de la película de Camila Donoso y Nicolás Videla que registra la vida de un travesti que habita en La Victoria, una población marginal de la periferia de Santiago. El film registra la vida cotidiana de la protagonista: su trabajo como “amiga esotérica”, tarotista en un call center; su relación de pareja con Camilo; sus encuentros con amigos del barrio. A su vez el hilo narrativo se condensa en las esperanzas que la protagonista tiene de ser seleccionada en un programa de TV, un reality a partir del cual podrían financiarle su operación de cambio de sexo.
De partida podemos aclarar que Naomi no es el nombre de la protagonista, sino que ella se llama Yermen y se trata de un personaje real -un travesti de la población de La Pintana-, cuya historia es registrada mezclando elementos del documental y la ficción. Decimos documental porque efectivamente se trata de una cámara que registra la vida de una persona real, centrándose en su condición de travesti; y decimos ficción, por las acciones dramáticas que allí tienen lugar. Este linde entre ambos géneros aleja al film de aquellos imaginarios de ficción que exacerban los clichés, iconos coloridos y exuberantes de los transexuales; pero también lo distancian de aquellas relatos marginales cargados de violencia desbordante.
El film nos propone indagar en las relaciones entre cuerpo e identidad, pero más desde el lugar de la aspiración que conjugando estéticamente las tensiones de aquel deseo. Y es que finalmente el cambio de cuerpo se revela como una mercancía regida por un sistema de salud donde “la operación no te va a salir gratis”, como le menciona el médico a Yermen al inicio del film; o por psicólogos y especialistas en audiencias de televisión que deciden finalmente no seleccionar el caso de Yermen para el programa.
El film nos ofrece un relato bien armado, donde prima un registro naturalista pictórico con una fotografía bien cuidada. Por momentos la cámara acentúa la condición marginal de ser un travesti de una población, desde un registro que juega con contrapuntos entre las luces y las sombras, o los travelling que acompañan a Yermen caminando en el barrio; y por el otro nos encontramos con unos planos detalle que van directo al “alma del personaje”.
Así se conforma un punto de vista más bien sobrio, que destaca las dificultades de la condición del personaje, el desencanto del margen; pero en el que primará finalmente la entereza moral de la protagonista, el anteponerse a los problemas.
El punto de fuga más interesante es quizás el que nos brinda el personaje que da nombre a la película, Naomi Campbel. Una inmigrante colombiana que trabaja en un café con piernas y que la protagonista conoce entre las otras candidatas a participar del reality. Naomi, como se hace llamar, quiere operarse para verse igual que la modelo. En la escena en que Yermen va al café con piernas a buscarla, se rompe el tono naturalista pictórico, registrando a las mujeres en sus “mejores poses”, donde los cuerpos más que sustituirse uno por otro, pueden volverse equivalentes.
Así Donoso y Videla nos ofrecen un punto de equilibrio justo que se distancia de la exploración estética del deseo, pero que triunfa en conformar un personaje sólido, que logra empatizar con cualquier tipo de espectador, un personaje marginal pero sincrético, que al igual que la religión que ella dice practicar, logra absorberlo todo.
Lattanzi, L. (2015). Naomi Campbel , laFuga, 17. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/naomi-campbel/733