Un hombre en la azotea de un edificio vestido formalmente. Un hombre en la azotea de un edificio sosteniendo a otro, que está por caer del edificio, de la corbata. El mismo hombre en una comisaría detenido. El hombre en la comisaría, ebrio, llevando unas pequeñas alas de ángel en la espalda. El hombre recogido por un amigo en la comisaría. El hombre hablando por teléfono desde una cabina en la calle. El hombre desapareciendo. Un hombre, aparentemente el mismo que desapareció, con el pelo largo y desgreñado, cara de lunático y ropa de detenido.
Así se desenvuelve por un buen rato Oldboy siendo por minutos bastante difícil percibir en qué dirección nos lleva su realizador, Park Chan-wook. Vemos imágenes, fragmentos de historias, emociones y sugerencias acompañadas de gran belleza estética pero en las cuales tratar de entender el cuadro general se hace difícil. Cuando finalmente nos logramos anclar nos damos cuenta que estamos en una celda decorada con una onda retro. Estos datos decorativos de inmediato nos hacen pensar que nuestro protagonista, el hombre formal del inicio de la película, no se encuentra encarcelado en una prisión normal sino que se trata de otro tipo de encarcelamiento. El, por supuesto, no lo sabe, sólo sabe que ha estado detenido ahí por quince años por una causa que no conoce. También sabe, porque con los años ha ido observando cada detalle de la prisión, que es controlado a cabalidad a través de químicos y gases, y que la voluntad de alguien ha hecho que esté ahí.
Oh Dae-su, nuestro hombre de pelo largo y desgreñado, decide descubrir a la persona que lo encerró y comienza a escribir una lista con todos aquellos que pudieron haber hecho este mal. La lista de posibles culpables se extiende por hojas de hojas, dejando una ardua tarea por delante a Oh Dae-su. De a poco cava un hoyo en la pared para poder escapar y al lograr hacerlo sale a una azotea (que es la misma que vimos al inicio de la película) y lentamente las cosas se empiezan a conectar enfrentando Oh Dae-su por primera vez la ciudad tras quince años de encierro… La acción comienza, Oh Dae-su un chico de la vieja escuela sale a enfrentar las torcidas relaciones del mundo contemporáneo, sale a buscar a la persona que le quitó sus últimos quince años de vida, sale a un presente teñido por la necesidad de comprender y vengar el mal que se le ha hecho.
La búsqueda de Oh Dae-su tiene un tinte de video juego (tipo eXistenZ de Cronenberg pero más maquiavélico) o de mito griego (en que el hombre se enfrenta al capricho de los dioses) en cuanto una serie de pistas nos dejan pensar en la existencia de una voluntad omnipresente que determina los eventos en el camino de nuestro protagonista. Las formas en que se van entrelazando estos hechos y destinos nos llevan con gran maestría y belleza por un cruel escenario en que se profundiza en lo complejo e intrincado de las emociones, la mente humana, el amor, el dolor y de la vida en general.
Uno de los grandes logros de Oldboy es el manejo del suspenso: pocas películas lo logran, hasta el final se nos oculta el desenlace manteniendo un enganche constante en el espectador, sobre todo en los últimos minutos del film. Esto es obtenido en parte gracias a la existencia de d iversas capas de complejidad y lectura que se van delatando durante el filme y también por un guión elaborado con gran dedicación y habilidad de manera conjunta entre el director y cuatro guionistas más.
La fotografía, con el uso del color y la luz busca formas que den cuenta de la crudeza de la imagen, del seudo barbarismo que se ha apoderado de Oh Dae-su entre su encierro y su sed de venganza y de la lógica entre Oh Dae-su y su enemigo. La fotografía se ve enormemente potenciada gracias a la dirección de arte del filme (a cargo de Seong-hie Ryu), donde son los recursos de cámara los que cuenta de las tensiones y emotividades de la película, y a una estrecha conexión con el audio.
Hay varios guiños a Kubrick en cuanto al uso de música, audio, imagen y violencia: Park Chan-wook profundiza en este campo generando una serie de subtextos que dialogan con la acción del filme enfatizando, contrastando, y sobre todo, equilibrando distintos momentos según la intensidad de cada escena, en un delicado trabajo sonoro que funciona como una suerte de composición a varias voces entre audio directo, banda sonora, efectos y música intradiegética.
Con Oldboy, Park Chang-wook no sólo ha realizado una película entretenida y envolvente, sino también una que logra resolver e integrar fílmicamente una serie de elementos técnicos, estéticos y narrativos con gran delicadeza y destreza.
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Larraín, C. (2005). Oldboy, laFuga, 1. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/oldboy/147