Presentación: José Román

José Román o “Pepe” como suele ser llamado por sus cercanos, lleva toda una vida entregada al cine. Desde los tempranos 60s, cuando permutaba sus estudios de Derecho por las emergentes salas de cine club universitarias o incluso algún rotativo, a su paso intermitente pero siempre presente por el guión cinematográfico -escribió el guión de Valparaíso, mi amor (Aldo Francia, 1969) y Ya no basta con rezar (Aldo Francia, 1972)- y la realización (Reportaje a Lota, 1970), además de sus destacadas labores como crítico (Cine Foro, Enfoque, La Tercera) y su rol como docente, recordada por muchos que nos hemos formado a su lado, como la de un verdadero “maestro”, Pepe Román, es lo que podríamos llamar un “militante” del cine.

Considerado por sus compañeros de generación- el mismísimo Ruiz- como un referente intelectual, como un crítico analítico, y conocedor no sólo de la historia del cine, si no, de los debates que mapean y vinculan el cine con el pensamiento de su tiempo histórico, Pepe es, como crítico, una pieza clave para comprender ciertas recepciones y discusiones que conforman la Historia no escrita de la crítica de cine en Chile: desde la política de los autores, hasta la crítica estructuralista, pasando siempre por su querido André Bazin, por las discusiones del cine Moderno y el paso por el marxismo, el psicoanálisis y las problemáticas del tercer cine. Todas cuestiones con las que establece un diálogo desde sus críticas y sus enseñanzas como profesor, donde el cine deviene una apasionante historia cultural, un lenguaje y un pensamiento.

Pero Pepe, es también, un cinéfilo. En una conversación puede pasar horas recordando la secuencia de un filme reconstruyéndola con todo detalle, intentando reponer en el habla la experiencia del visionado cinematográfico. Amante de las formas y del placer propio del cine (un placer que deviene la pieza clave de su conocimiento), sus palabras conectan al cine con otras capas, quizás más silenciosas, secretas, vedadas para el espectador poco atento, para quien busque respuestas fáciles o conformes. Esta segunda “clave”, está dada por el culto a la imagen cinematográfica, a sus autores, a escenas y secuencias específicas, e incluso a la anécdota que construye mitología -su amado Orson Welles. Esta “clave”, viene dada por una vida como espectador de sala de cine, ese espacio íntimo y público, donde se suspende por un tiempo definido la experiencia cotidiana para ingresar a un mundo desconocido. Misterios del cine.

Para esta edición hemos querido rendirle un pequeño homenaje que incluye una conversación sobre su vida como crítico y cinéfilo, así como la selección de críticas publicadas con antelación.

Agradecemos a Verónica Salazar, quien cedió parte de su trabajo de compilación de las críticas especialmente para este tributo.