Recorro las páginas de Raúl Ruiz. Potencias de lo múltiple entre el vértigo y una sensación abrumadora. Como explican sus editores, Ignacio Albornoz e Iván Pinto, el libro se propone analizar más de cuarenta obras, cubriendo un periodo de cuatro décadas, con películas filmadas en Chile y Portugal, pasando por Túnez, Francia, por supuesto, Estados Unidos y Rumania. Todo bajo una premisa: “una película, un texto”. Un pie forzado que me sorprendió es que se trata de textos breves, de no más de diez carillas. Cuando yo lancé mi libro Los años chilenos de Raúl Ruiz, di una entrevista –un poco como una provocación–, en que decía que Ruiz había sido secuestrado por la academia, con textos que en ocasiones abusaban del hermetismo y que, más que abrir nuevas lecturas sobre Ruiz, lo reducían a un círculo exclusivo, al que solo unos elegidos estaban invitados.
Debo decir, en cambio, que con este libro felizmente puedo tragarme, en parte, mis palabras, ya que los autores provienen principalmente de la academia, pero gracias a esta premisa de “una película, un texto”, el resultado es una apuesta generosa y sana para dar cabida a más voces y a una lectura más fluida, una puerta de entrada para todo aquel quiera sumergirse a este océano, a este mar Ruiz, como lo llama Marcelo Morales en su texto sobre Sotelo (1976).
Otra opción de este libro fue optar por películas más experimentales o quizá desconocidas o que han tenido poca circulación, lo cual en el caso de Ruiz se asemeja a un puzzle, porque en muchos casos es difícil conseguir una copia de algunas de las más cien películas que filmó. Recuerdo que una de las primeras películas que vi de Ruiz fue The Golden Boat (1990), la primera que filma en Estados Unidos y que dentro de este texto se sitúa como parte de su cine B y que analiza Francisca García, a quien le debemos este rescate del Ruiz vinculado a las artes visuales y a la instalación, en la exposición que actualmente exhibe el Museo de la Solidaridad Salvador Allende. The Golden Boat (La barca de oro) que yo vi era un VHS con el que llegó un día un compañero cinéfilo de mi carrera, Periodismo de la Universidad de Chile, la copia de la copia, de pésima calidad, a la cual yo también le hice otra copia, que guardo hasta hoy como una reliquia.
“Pese a estar disponible en línea hace algunos años, The Golden Boat sigue integrando uno de los capítulos misteriosos de la trayectoria ruiciana. Su recepción hasta la fecha es escasa y compuesta fundamentalmente por textos diversos y breves, escritos en inglés y publicados por medios especializados sobre cine”, escribe Francisca García. Esta condición, de un secreto no revelado, se sigue repitiendo en varios casos, como en A TV Dante (1992), proyecto a cargo del cineasta Peter Greenaway realizado para el Channel 4, de la televisión británica, que analiza Héctor Oyarzún.
Cito a los editores, nuevamente: “Libro omnívoro y desmesurado a su manera, Potencias de lo múltiple procura precisamente plasmar esa pluralidad. Su objetivo es ensanchar por igual las distintas vías de acceso –troncales o alternas– a la filmografía ruiciana, de suyo ramificada y fractal”. El título, la potencia, lo múltiple, alude entonces al corpus de la obra ruiciana y a las distintas voces convocadas para estos ensayos. Ruiz se despliega en este libro como un cineasta inabarcable, pero a la vez más vivo que nunca, que se nos escapa, tanto por la imposiblidad de conseguir sus películas como por su ambición creativa, que lo llevó a explorar los mecanismos narrativos del lenguaje audiovisual hasta el límite.
Ruiz, recuerden, siempre va un paso más adelante. Muy iluminador, por ejemplo, es su paso por la televisión. En el ensayo “Experimentos en y con la televisión”, de José Miguel Palacios, analiza Images de débats (1979) y Télétests (1980). El INA, el Instituto Nacional Audiovisual de Francia, fue un laboratorio experimental de producción televisiva que, en manos de Ruiz, se convirtió en un juguete que manejó a su antojo.
Palacios lo explica así: “Estas piezas no solo exhiben un despliegue de rebeldía e insurrección discursiva y estética frente a la televisión como medio cultural y lenguaje audiovisual, sino que enseñan a ver. Entrenan los sentidos del espectador, particularmente la mirada. Proponen, a fin de cuentas, una pedagogía de la imagen a partir de ejercicios que desafían los moldes convencionales del medio, aun cuando la base de esos moldes permanece reconocible para los televidentes. Es la dimensión más utópica de la televisión, hija de un momento en que los cineastas y videoartistas de Europa y Estados Unidos todavía planeaban tomársela por asalto”.
El cortometraje Tout à l’envers –que forma parte de los Télétests– es icónico en ese sentido: 19 planos que en dos minutos relatan algo en apariencia muy cotidiano: una mujer que despierta a su marido, mientras ella se queda en la casa preparando la comida. Este corto se exhibe a unos espectadores, primero sin sonido, luego con sonido y luego en una tercera versión, con otro montaje. En un ejercicio tan simple como alucinante, en la segunda versión, ya con sonido, una de los espectadores descubre que la película está al revés, el mismo ejercicio que Valeria Sarmiento propondrá para el rescate de El tango del viudo (1967-2020). Y en la tercera versión, descubrimos que la mujer en verdad asesinó al hombre.
“Tout à l’envers ha demostrado que no hay verdadera historia”, escribe Palacios, en un juego ruiciano de poner en cuestión o dejar en evidencia que lo que se está contando es un un artificio.
Ese mismo espíritu encontramos en el documental Grandes acontecimientos y gente corriente (1979), sobre las elecciones legislativas francesas de 1978, en el distrito 11 de París, otra encargo del INA. En “La hipótesis del film rodado”, Claire Allouche apunta: “Película-ensayo y a prueba, empeñada en existir pese a todas las demás películas posibles que se quedaron el tintero, la cinta pone en entredicho sobre todo la acepción restrictiva según la cual el documental ‘registraría’ un acontecimiento, revelando al avanzar que su productor privilegiado, al fin y al cabo, no es sino el dispositivo del cine mismo”.
Ya sea en una entrevista típicamente televisiva para hacer un retrato del barrio, una discusión sobre el cine documental en la sede de los Cahiers du cinéma o con las meditaciones de Waldo Rojas, poeta, amigo, vecino y compañero inseparable del cineasta, Ruiz pone en cuestión ahora el género documental, en que además no olvida y explicita su condición de exiliado chileno.
Y sí, Chile aparece y reaparece como el más terco de los espectros del cine de Ruiz. Ya sea con un tono inesperadamente sentimental en Sotelo, como advierte Marcelo Morales en su texto “Una coda chilena”, dedicado al pintor Raúl Sotomayor, amigo y compañero de exilio de Ruiz, pero también de las formas más inesperadas.
“Durante el Canto X, Dante Flores se encuentra con una serie de hombres escondidos dentro de vasijas. Estos le preguntan por el paradero de distintos exiliados, amigos en común. Se entiende entonces que Dante Flores regresa del exilio, lo que convierte el retorno a Chile en el paralelo ruiciano del infierno de Dante”, explica Héctor Oyarzún.
Igualmente inesperada y decisiva es la aparición de Chile en Espejos de Túnez (1993), documental sobre el que escribe Iván Pinto en “La ciudad como pasadizo”. Ruiz encuentra el patio de la casa de su abuela en Chile “transportado a Túnez, piedra por piedra”. Reflejo de su interés por la filosofía y la mística árabe, correalizado junto al escritor tunecino Abdelwahab Meddeb, el género documental emerge aquí como un espacio para el despliegue de toda la potencia narrativa de Ruiz.
Como bien describe Pinto: “Un formato que Ruiz se tomará con libertad y desenfado, eludiendo las reglas de la objetividad y el documento, para acercarse desde una puesta en escena donde el relato fantástico, la memoria personal, el mundo onírico y la reflexión filosófica se entrelazan juguetonamente, dando como punto de partida una ficción subjetiva y laberíntica. Años más tarde, desarrollará en Chile el proyecto documental Cofralandes, con el que profundizará y ampliará su acercamiento al formato y las metodologías creativas aquí encontradas”.
Este libro, en suma, es una invitación para navegar, explorar y perderse, sin miedo, en el océano Ruiz.
Cáceres, Y. (2023). Raúl Ruiz. Potencias de lo múltiple, laFuga, 27. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/raul-ruiz-potencias-de-lo-multiple/1133