Mirar es participar
Mirar es participar le dice a Sofía, la joven sexóloga, uno de los divertidos camareros-animadores del “Shortbus”, club situado en el corazón mismo de Nueva York. Ahí se celebran despreocupadas orgías y se entrelazan las historias de varios personajes marcados a la vez por el hedonismo y la frustración personal y sexual.
El voyeurismo es uno de los elementos clave en el segundo filme de John Cameron Mitchell que ya cautivó al público sin prejuicios con su divertido musical sobre la transexualidad “Hedwig and the angry inch” protagonizado por él mismo, dando vida a un personaje emigrado a lado del muro de Berlín y del otro muro del género. Uno de los personajes secundarios de “Shortbus” entrará a participar activamente en un momento crucial de la trama porque se ha pasado meses mirando por su indiscreta ventana la vida de los Jaimies, algo así como una respetuosa pero voluntaria parodia de un ideal impuesto: la pareja gay como elemento de normalización. Pero esta pareja, tomada como modelo de felicidad e integridad, es una pareja en crisis. Y la mirada del vecino de enfrente, desde su indiscreta ventana, es la mirada de un espectador privilegiado que, al modo del Jeffrey, de la hitchocktiana “Rear window” entrará a formar parte del juego en un momento dramático: el intento de suicidio de James en la piscina donde trabaja como vigilante. Citas cinéfilas, trasgresión, tristeza, humor y ternura son características de este filme como de otros títulos de directores adscritos al new queer cinema. Tod Haynes homenajea a Douglas Sirk en “Lejos del cielo”, Bruce la Bruce parodia el comienzo de “Sunset Boulevard” en “Hustler White” y Mitchell también se nutre de la herencia del pasado.
Los Jaimies
Conocidos como “los Jaimies” en el mundillo en el que se desenvuelven –del que nosotros sólo conocemos el club colorista que da título al filme- proyectan una imagen de pareja ideal, casi inseparable, pero están lejos de serlo. Buscan abrir su relación y experimentar un trío pero uno de ellos que ha recuperado su nombre antiguo : James, reclama una individualidad lejos del ideal impuesto de dúo amatorio y la normalización heredada de un modelo heterosexista. Una individualidad marcada por el dolor de la auto negación y el miedo a la penetración anal. James es uno de los gays más tristes del cine actual y sabremos que lleva seis meses rodando con su cámara de video portátil una cinta de suicidio dedicada a su novio. Esta pareja idealizada, estandarizada, es una pareja que hace aguas y a la que le falta algo. Filmados casi siempre juntos será en su separación momentánea cuando conozcamos el secreto de James.
Justin Bond: misstress de ceremonias
Justin Bond es el dueño - anfitrión del “Shortbus” y su ambiguo aspecto y su alta estatura lo confieren una suerte de poder ceremonial y poder de convocatoria. Bond es irritable, impredecible pero sabe estar en su lugar y tiene un corazón tierno. Al final dirige la orquesta del momento coral y colorista en el que se reencuentran felizmente los personajes. El nombre del personaje es el nombre del actor y su oficio en la vida real es el mismo que aparece en el filme ya que, según ha declarado el propio realizador, todavía existen en New York clubes como los que aparecen en el filme. Bond dicta una de las sentencias más tristes del filme. “Es como en los 70 pero con menos esperanza.
Sofía
Sofía es uno de los personajes centrales del filme. De origen chino-canadiense es una mujer con un carácter cambiable y un personaje con el que no es difícil encariñarse a pesar de su carácter obsesivo. Sofía es una “terapeuta sexual” a la que prefiere que la llamen “consejera matrimonial” y nunca ha tenido un orgasmo. En su sesión con los Jaimies estos la llevarán camino del “Shortbus” un lugar que se convertirá para ella en un laberinto de nuevas sensaciones y espacios de posibilidad.
Las parafilias
En “Shortbus” el sadomasoquismo, la masturbación, el fetichismo, el voyeurismo y el sexo en grupo, formas denostadas de la práctica sexual y erótica mayoritarias, son la norma y no la excepción y se articulan como formas de placer y displacer fílmico, no temiendo hacer una parodia cariñosa del arte contemporáneo. No sólo por las orgías que se celebran en el club sino porque estas llamadas “anomalías” forman parte de la vida cotidiana y las fantasías más o menos encubiertas de los protagonistas.
Severine
Serverine es una joven lesbiana y dominatrix, prostituta y fotógrafo aficionada. El personaje está encarnado también por alguien que se dedica a la fotografía y el arte urbano. Es otro de los personajes tiernos y tristes del filme. Si Sofía no ha tenido un orgasmo, James no ha dejado que le penetraran y no ha asumido su sexualidad con plenitud, Severine no ha tenido una relación con nadie, es solitaria y se avergüenza de su verdadero nombre porque es igual que el de una famosa estrella. Severine trata de ayudar a Sofía y ambas se ayudan algo pero no pueden hacerlo por completo. En uno de los momentos más bellos del filme comparte, durante un juego celebrado del “Shortbus”, el armario con James y mantienen dos monólogos paralelos sobre sus propias soledades.
Espejos
Las cámaras digitales, las fotos, los móviles, los busca, las pantallas de los ordenadores portátiles están muy presentes en un filme contemporáneo sobre la fragmentación del yo social e individual y sobre la búsqueda de la realización sexual. El sexo puede ser un espacio de libertad, como esas orgías idílicas bellamente fotografiadas que vemos como telón de fondo del “Shortbus” pero también de limitaciones, regulación y constricción como nos muestran algunos de los personajes: Sofía, James, Severine, Justin son algunos de los pasajeros de este autobús para los raritos en el que Mitchell se refleja y nos refleja, sin pudor.
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Nabal, E. (2007). Shortbus, laFuga, 3. [Fecha de consulta: 2024-10-09] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/shortbus/130