Slumdog Millionarie es, en cierto sentido, el retorno de Danny Boyle al terreno que le dio a conocer como realizador, el territorio de Trainspotting, de la picaresca y de una mirada a la vez sincera y distanciada sobre los males de un universo globalizado, amoral, lleno de contrastes sociales y donde todo y todos tienen un precio. Slumdog Millionarie es una hábil adaptación de la novela homónima de Vikas Sawrup que, a partir de una premisa argumental algo disparatada, denuncia la situación de violencia y explotación en la que vive gran parte de la juventud en la India de nuestros días. El problema es que Boyle se ha decantado por el “espectáculo total” en detrimento de unos personajes que, por momentos, se ven reducidos a la caricatura gruesa y al maniqueísmo. El gran mérito de Slumdog Millionarie es la hábil construcción del relato en saltos espacio temporales a partir de una premisa delirante. Así, conocemos de forma episódica la vida de Jamal (Dev Patel), ese chico de los arrabales de la India convertido en un hombre rico, popular y famoso a través de un concurso televisivo. Boyle hace una versión negra, cruel y a la vez “pop” y colorista del neorrealismo italiano y del cine de Frank Capra en un filme que incluye robos, torturas, asesinatos, amor, humor y engaños múltiples; infancias rotas y vidas robadas al servicio de un mundo globalizado que, al tiempo que es criticado, se ensalza con una puesta en escena efectista, llena de trucos visuales y con una construcción del relato que recuerda más a un episodio de televisión -con un guionista inteligente -que a un largometraje con personajes y sentimientos.
El formato de la denuncia de Boyle -el humor desgarrado y la sátira irreverente- tal vez no sea el más adecuado, pero Slumdog Millionarie es sobre todo un buen espectáculo donde el alegato anticolonialista casi se diluye en una puesta en escena forzada, una banda sonora obsesiva, un montaje efectista y personajes de una pieza. Los mejores momentos del filme son aquellos en los que el director se aproxima a la infinita soledad de un personaje surgido de una multitud desheredada y los peores son aquellos en los que el director hace chistes con cuestiones más que espinosas, en tanto que no consigue que dos de los aspectos centrales de su laberíntico y colorista filme funcionen: la historia de amor y el retrato de un clan familiar destruido por la ambición, pero salvado a la vez por el mimetismo hacia las formas de hacer y deshacer de los poderosos.
Nabal, E. (2009). Slumdog Millionaire, laFuga, 9. [Fecha de consulta: 2024-12-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/slumdog-millionaire/274