Volantín cortao, de Diego Ayala y Aníbal Jofré, está enmarcada en un contexto social contingente. Se cuestiona el apartheid educacional y cultural que sigue viviendo Chile desde dos personajes que están en lados opuestos del juego: uno socioeconómicamente más privilegiado, pero perdido; el otro, sin muchas herramientas pero aparentemente más estable. A partir de la relación de ambos, se instala la comunicación como uno de los grandes temas, tomando el desarrollo de las relaciones humanas y la necesidad de comprensión como impedimentos del actual sistema de segregación.
En ese enfrentamiento de mundos puede parecer fácil trabajar con personajes clichés. Sin embargo, la joven perdida y el delincuente simpático rápidamente se complejizan como resultado de sus propias acciones. Así uno de los grandes logros de Volantín cortao es dejar que personajes tan herméticos puedan tener voz propia y sean capaces de mostrar, sin mayores mecanismos de guión, quiénes son. Ese descubrimiento es producto de un trabajo pensado para que los actores no se aprendan párrafos de memoria, sino que simplemente hablen respecto a una situación que les ocurre, sin mayores indicaciones por parte de los directores. Es un trabajo de confianza, de honestidad con los personajes. Aquí el diálogo está hecho para un otro que busca respuestas constantemente. No se expone como un simple monólogo de intenciones. Y tal interacción no podría haberse logrado de la manera tradicional.
Paulina, quien hace la práctica profesional de asistente social en el SENAME, es de esos personajes que nunca se llega a descifrar completamente. En primera instancia, con una mirada dura y errática, representa todo lo contrario a su nuevo amigo interno del lugar. Sin embargo, Manuel, quien se desenvuelve ágilmente, tampoco manifiesta mayor expresión. Más bien es un personaje que ha aprendido a defenderse.
Desde el principio Paulina no se siente cómoda, una cámara en mano la sigue desde atrás, como si la urgencia de sus necesidades la persiguiera,. Es tanto su deseo de otro que ni siquiera se cuestiona las reglas de una institución o las diferencias sociales cuando encuentra a alguien con quien cree puede comunicarse. En ese sentido, Manuel se instala como un lugar de escape y encuentro de su identidad puesto que el joven no significa una amenaza: no está ahí para juzgarla.
Paulina podría haber sido un pez fuera de cualquier agua, pero la apuesta de la película está en darle valor al mundo marginal como lugar de redención en oposición a espacios comunes de personajes que buscan salidas. La primera vez que ella sonríe es cuando hace un pequeño acto vil (rayar el auto del jefe) y luego se relaja cuando Manuel le baja el perfil. ¿Qué hay, en lo marginal, que la llama? Es el no reconocimiento. Significa ser una desconocida y que nadie pueda decirle lo que tiene que hacer y, a la vez, tener un limitado pero significativo poder: ser más grande que el resto de los jóvenes de quienes se rodea.
Manuel es el personaje perfecto para lo que ella busca, posee esa involuntaria honestidad de quienes no tienen nada que perder porque nacen perdiendo. No necesitan aparentar, están en el limbo, apartados de lo establecido, casi fuera de la ley. Cuando Paulina visita a Manuel, rápidamente comienzan a hablar del abandono de la madre de éste. “Si uno quiere tener a un hijo, si quiere ser madre lo va a hacer”, dice Manuel, demostrando ser el más resuelto de los personajes. Y eso es sólo producto de la improvisada expresión del joven actor. Ya no es necesario validar a Manuel mostrándolo desde una forma altruista o justificando sus malas acciones, pues su honesta naturaleza está dada por la vida que le ha tocado vivir. Incluso por su falta de herramientas. Tal soltura tiene que ver con algo tan simple como hablar de los miedos en una plaza de la comuna. La esencia de este diálogo otorga el privilegio de no tener que mostrar nada más, de no tener que ir directo a la dureza de la delincuencia juvenil o la droga para hablar de un mundo social. De hecho, no lo necesita.
El descubrimiento interno de Paulina parece ser más relevante que la historia de vida del joven delincuente. Ella no es un personaje que se entrometa en la vida de otro. No hay un esfuerzo por exponer la vida del pobre versus la del rico; simplemente la vida de personas que sólo se desenvuelven en espacios porque les ha tocado estar ahí en ese momento. Y por eso no hay misericordia de uno con el otro, se entienden como iguales, con las mismas falencias y riquezas. Para ello, la presencia de la actriz Loreto Velásquez (Paulina) es un acierto. Con una actuación a la altura de tal aproximación, la cual pasa más por el lugar dónde se coloca la persona que va a interpretar al personaje que desde la actuación misma.
Asimismo tiene cuidado con no ser paternalista. Paulina posee tanta profundidad que se aleja de lo que, trabajado superficialmente, podría haberse acercado a un reportaje, cumpliendo ella el rol de periodista. De hecho, la película es muy astuta: cuando los jóvenes están hablando con la madre de Miguel, la escena está a punto de convertirse en una investigación etnográfica. Sin embargo tiene la sutileza de ser una de las mejores escenas. La naturalidad de las actuaciones está a un nivel que convierten las preguntas dirigidas a la vida de Manuel en una conversación normal. No hay compasión desde Paulina ni victimización de los otros personajes. En efecto, la enfermedad pasada de Manuel se presta para risas. Al final termina siendo una escena que reafirma la amistad de ambos y la propia confianza de Paulina en ese nuevo mundo que habita.
Finalmente, también se aleja de ser una alabanza a la periferia. La secuencia final lo explica: ya ni siquiera la adrenalina de pasar sobre la ley y pervertirse significa una mejora a sus vidas. Por el contrario, entrega una sensación insípida, no hay nada fuera de ellos que realmente le de un cambio a sus vidas. Al final los personajes ya no tienen nada que decirse: ambos lo han descubierto.
Garcés, C. (2015). Volantín cortao, laFuga, 17. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/volantin-cortao/741