La memoria cinematográfica de Chile se vuelve frágil e inestable en la medida en que las imágenes que la integran van desapareciendo. Las copias de los filmes que componen nuestra historia del cine están dispersas en manos de distintos dueños, en diferentes formatos y en un estado que muchas veces hace que el visionado sea prácticamente imposible. Sucede con la ficción y de un modo más peligroso con el cine documental, a tal punto que muchas veces es la literatura la que nos permite tener una concepción global de lo que ha sido la creación audiovisual en el país.
Investigadores y periodistas como Alicia Vega, Ascanio Cavallo, Daniel Olave, entre otros, han publicado libros –catastros, estudios, historias del cine- que se encargan de dar cuenta, desde distintas miradas, perspectivas y sistemas de análisis, de un cine que se ha mantenido fuera de los circuitos y del que sólo sabemos a partir lo que podamos leer sobre ellos.
Es en este ‘dar a conocer’, que la labor de Jacqueline Mouesca resulta valiosa, a través de una importante trayectoria como investigadora del cine. Suyos son libros como Cine y memoria del siglo XX (1998) donde establece un paralelo entre los eventos más importantes relacionados con el cine y los principales acontecimientos de la historia de Chile y el mundo; en Plano secuencia de la memoria de Chile, estudia el cine chileno entre los años 1960 y 1985; El cine en Chile: Crónica en tres tiempos, (1997) va a dividir el objeto en tres grandes capítulos, desde la llegada del sonoro, a la revisión de la crítica de cine especializada hasta 1973.
Su libro, El documental chileno publicado el 2005, cumple con la misma función de sus publicaciones anteriores, es un intento por dar cuenta del desarrollo de la cinematografía nacional, en este caso el documental, a través de sus procesos de producción: sus dificultades -obstáculos políticos y económicos- y progresos -nuevos dispositivos tecnológicos y narrativos-.
Desde esa perspectiva, el libro funciona en el campo de la investigación histórica pero no necesariamente en un área prospectiva, donde quedan ausentes los análisis formales, teóricos y estéticos en beneficio de la información brindada. De todos modos, ese es el sentido que propone la autora desde sus primeras páginas, ser un manual introductorio para estudiantes y realizadores, a partir de un ‘despertar de la avidez por un conocimiento mayor y más profundo lo que es el documental’ según señala Mouesca en su introducción; interesante en la medida en que configura un catastro bastante exhaustivo (dando cuenta de numerosas obras nunca estrenadas ni proyectadas comercialmente), de la producción documental nacional en tanto una puesta al día de un género que sin duda ha sido poco abarcado desde las letras y la teoría cinematográfica.
Mouesca divide su libro en dos partes. En la primera hace una revisión general y sintética de los principales conceptos que definen al género documental, presentándolo como una suerte de ‘hermano menor’ del cine de ficción y revisándolo a partir de los análisis que realizan autores como Bill Nichols, que en su libro ‘La representación de la realidad’, ha desarrollado un estudio exhaustivo en que propone tendencias históricas y teorías en torno al rol de la práctica documental, o más generales, como Roman Gubern, que en sus publicaciones e historias del cine incorpora –fugazmente-, líneas sobre el género.
El segundo capítulo será una investigación en campo del documental en Chile donde, desde una perspectiva historicista, revisará la evolución del género desde sus comienzos: la labor de Giambastiani, el rol que cumplieron los noticiaros y los rotativos en la consolidación documental nacional, cual fue el papel de Chilefilms, los efectos de la dictadura y la subsiguiente dispersión de los documentalistas por el mundo, los aportes específicos de autores como Sergio Bravo, Pedro Chaskel, Ignacio Agüero y Patricio Guzman, entre otros, hasta el documental contemporáneo, con Cristián Leigthon, Pamela Pequeño, Ivan Osnovikoff y Bettina Perut. En un recuento que se ve complementado por las citas, palabras de directores en torno a su obra o a la situación cinematográfica nacional, a escritos de la crítica especializada en revistas de cine (Enfoque, Revista Cine), o comentarios a los mismos autores mencionados al principio.
Como cartografía, el libro es sin duda una íntegra muestra de la producción documental local, donde lo que prevalece es una mirada objetiva en la que la autora pareciera renunciar a una apreciación propia en torno a los filmes citados. Sin duda, para futuros investigadores, este es un buen piso para hablar de otras cosas, esbozar teorías, salirse del campo y elaborar un relato que hable de las imágenes y de la memoria del país que las construye.
Urrutia, C. (2007). El documental chileno, laFuga, 4. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/el-documental-chileno/238