Entrevista realizada en el marco de SANFIC7, con la ayuda gentil de Isabel Mardones, directora de la Cinemateca de Goethe Institute.
Iván Pinto: ¿Qué es hoy para ti un cine político?
Amos Gitai: Para mí el mismo de siempre. No creo que haya cambiado.
I.P.: ¿Pero hay cosas en tu cine que han re-problematizado ciertos enfoques, no? ¿No crees que hay diferencia entre los sesenta y hoy en términos de la política?
A.G.: Creo que si eres un buen director desde el inicio, tu film va a tener una dimensión política. Creo que cuando haces cine no deberías ir solo por “una cosa”. Creo que si solo buscas dar un discurso político y haces un mal film es un error. Si solo haces un ejercicio formal para mí tampoco es satisfactorio. Pero creo que cineastas como Fellini, Fassbinder, Rocha, por ejemplo, son cineastas interesantes. Cuando ves los filmes de Rocha, sus últimos filmes, parecen casi videoclips a nivel de la forma. Son impresionistas y emocionales. No creo que sea una cuestión de generación. Creo que lo importante es no hacer cine doctrinario. Creo que es un error si quieres hacer que la gente piense como tú. Siempre debes considerar que la gente es inteligente, y si no lo es, ahí hay un problema. Pero debes considerarlo. De otra forma creo que degradamos el cine que hacemos. Y aunque digamos que sea por una buena causa, no será por una buena causa.
I.P.: ¿Como influyó tu experiencia en la guerra de Kippur en el cine que haces?
A.G.: No haré tu trabajo de crítico. Pero qué puedo decir, sobreviví al ataque de un misil.
Isabel Mardones: ¿Y en qué momento decidiste que podías hacer una película sobre la guerra de Kippur después de 27 años?
A.G.: Esa es una pregunta difícil, sería largo de contestar.
I.P.: ¿De qué modo influyó tu primera formación como documentalista en tu cine posterior? ¿Cómo influye en tu cine cuando quieres hacer ficción?
A.G.: Me gusta el documental.
I.P.: ¿Pero cuál es el puente entre ficción y documental?
A.G.: ¿Tú qué piensas?
I.P.: Que son diferentes puntos de partida.
I.M.: Lo importante, creo, es decir algo. Son diferentes pero ambos aspiran a tener momentos de verdad.
A.G.: No coincido. Hay un documental de Franju: La sangre de las bestias (1949). ¿Lo viste? Con esa película tienes la respuesta. Después de la guerra Franju va a un matadero. El documental empieza con una vaca y termina en una carnicería. Es una metáfora de la guerra, sobre la destrucción de la gente. En ese sentido los grandes documentales no son reportajes, son metáforas de algo que está más allá de descripción concreta.
I.P.: Has recalcado todo el día que estás en contra del cinéma vérité.
A.G.: No es una cuestión de estar en contra. Es que simplemente que no es “vérité”.
I.P.: ¿Por qué?
A.G.: Porque el cine es una entidad artificial. No es un árbol. No viene de la tierra. Es un producto humano artificial. Tiene que ver con la voluntad de un director que está consciente de lo que está haciendo. No puede estar liberado de la responsabilidad de dónde pone la cámara. Es una decisión voluntaria de mostrar algo. Pero no se trata sólo de mostrar, eso es demasiado básico. Para volver un poco a lo anterior, los grandes documentales son a la vez concretos y metafóricos. Y lo que ocurre es que hoy hay una gran confusión, una confusión posmoderna de terminologías. La gente mira una película y dice “es como un documental”, como me pasó en la proyección de Promised Land (2004), y la respuesta es que no es un documental. Es puesta en escena, construcción.
I.P.: ¿Cómo trabajas la representación de la guerra?
A.G.: ¿Que piensas tú de eso?
I.P.: Para mí es muy interesante lo que haces en Kedma (2002) y Kippur (2000). Es un tratamiento distanciado, con mucho travelling y plano secuencia, haces que el espectador piense en lo que estás viendo. Quiero saber cómo lo trabajas.
A.G.: Si te digo hoy todos mis secretos, no tendré nada que decir después.
I.P.: Pero trabajas con modos de representación, te opones a un tipo de representación de la guerra. Me interesa saber cómo trabajas eso.
A.G.: Por lo general la guerra se representa sin hacerse cargo de su elemento anárquico
I.M.: Hay una impresión general de que es contradictorio obtener financiamiento del gobierno de Israel si estás trabajando con temas que son conflictivos. En América Latina pareciera estar instalada la idea de que hay ciertas cosas que no deberían ser financiadas por el Estado. Creo que es una herencia de las dictaduras. Me gustaría saber cómo es la reacción de tus filmes en Israel. ¿Tienes un grupo de gente que te apoya, que cuestiona lo que haces? ¿Cómo es la recepción?
A.G.: Hay distintas reacciones, dependiendo del film. Por supuesto que hay gente que apoya y otra que se opone. Lo que creo que es normal porque son temas sensibles. Es legítimo…
I.M.: ¿Y cuáles han sido los filmes con más polémica?
AG: Diría que Kadosh (1999) y Promised Land. Y varios de mis documentales.
I.P.: ¿Qué relación ves entre cultura judía y exilio?
A.G.: Pienso que los judíos han existido siempre en el exilio. Siempre han sido nomádicos. Eso siempre los mantuvo en una posición crítica respecto de la cultura donde estuviesen. Es por eso incluso que en Chile, en los tiempos de Allende, había un componente judío importante en ese movimiento revolucionario.
La relación con el poder en la religión judía es crítica, el más importante rey en la tradición judía es considerado inmoral. El Antiguo Testamento es crítico al poder y mantuvo esa lectura crítica al poder por miles de años. No tienes un delegado directo de Dios, cada ser humano tiene un teléfono directo. No es centralizado, no tiene un vaticano. Son más bien versiones distintas de acuerdo a comunidades. Y el libro del Talmud es un libro completamente dialéctico. Es permeable y concreto, del caso a caso. Una especie de ejercicio matemático y cerebral.
I.P.: ¿Qué opinión tienes del cine actual?
A.G: Creo que este momento es un momento bajo del cine. Hay muy poco trabajo interesante hoy. Pienso que la generación actual es muy correcta. Estuve de jurado con Jia Zhang-ke en un festival. Vimos películas muy interesantes que se podrían ver en Cannes o en Venecia, pero no en otros lados. Es también un problema de exceso. Creo que hay mucha información, pero información no muy interesante, entonces no se genera opinión. Necesitas opinión para ir más allá, romper con lo que está. Lo único interesante que está sucediendo es que las nuevas tecnologías se volvieron instrumentos políticos. No creo que en el cine se esté produciendo algo nuevo en ese sentido.
Pinto Veas, I. (2012). Entrevista a Amos Gitai, laFuga, 13. [Fecha de consulta: 2024-11-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/entrevista-a-amos-gitai/479