Estéticas del desajuste.

Cine chileno 2010-2020

Por Jorge Sala

Biografía +

Doctor en Teoría e Historia de las Artes (Summa cum laude) por la Universidad de Buenos Aires.  Jefe de trabajos prácticos de las materias Historia del Cine Universal (UBA) y Estudios curatoriales I: Introducción a la curaduría (UNA). Actualmente se desempeña como Becario Postdoctoral del CONICET con un proyecto sobre los intercambios teatrales y cinematográficos en la postdictadura argentina (1984-1994). 


Autor: Iván Pinto y Carolina Urrutia N, Año: 2022 País: Chile Editorial: Metales pesados

 
 

Deseo arrancar esta reseña con una cita francesa que, a simple vista, tiene poco que ver con el libro en cuestión. Serge Daney comenzaba su célebre estudio sobre el travelling de Kapó con la sugestiva frase: “En la lista de películas que nunca vi…”. La elección de avanzar a partir del reconocimiento de una carencia pone en evidencia el acto de honestidad intelectual por parte de un crítico cinéfilo decidido a examinar un film del que no tuvo una experiencia material concreta y del que solo tuvo noticias enunciadas por otro (Jacques Rivette, nada menos). Siento que estoy en el mismo lugar que Daney al tener que comentar un libro que desmenuza sesudamente y desde múltiples flancos el cine chileno realizado en la década pasada. Intentando emular aquel gesto de honestidad debo reconocer que mi conocimiento de esa vastísima cinematografía reciente es asistemático, discontinuo y, la más de las veces, este estuvo pautado sobre la base de la escaza llegada de películas chilenas estrenadas comercialmente o en festivales en Argentina. Por esa misma razón, me sirvo de Daney no solamente para escudarme ante mis faltas, sino para asegurar que pude aprender mucho leyéndolo. La infinidad de temas, inquietudes y propuestas emanadas por un conjunto de críticxs decididos a desmontar certezas, a abrir interrogantes y a arrojar hipótesis motivaron el deseo de mirar con ojos más atentos esas producciones (algo que, espero, le suceda a lxs potenciales lectorxs). Los distintos artículos que componen Estéticas del desajuste. Cine chileno 2010-2020, compilado por Iván Pinto y Carolina Urrutia Neno provocan eso, ni más ni menos (que no es poco, hay que decirlo). Mi objetivo aquí es intentar argumentar las razones de mi propio deseo de ver más. Y, si es posible, de generar lo mismo.

El punto de partida del libro es, en sí mismo, seductor. Lo que se escudriña aquí es lo más reciente. O, en otras palabras, lo que se examina en sus páginas es aquello que aconteció en esa particular encrucijada surgida en el contexto de legitimación del Novísimo cine chileno y de su progresiva pero también rumbosa presencia a escala internacional (habida cuenta de los premios recibidos en Cannes o en Venecia, del Oscar a Una mujer fantástica o del arribo Hollywoodense de Pablo Larraín, por mencionar algunos ejemplos sueltos). Un tema que atraviesa las indagaciones de Ángel Quintana, de Claudia Bossay Pisano (dedicada a la obra de los hermanos Larraín concebidos como dupla inescindible) y, particularmente, de María Paz Peirano. Esta última estudia la construcción de un “cine chileno global” destinado a los grandes festivales. Peirano revierte la mirada sobre esa supuesta negación de lo nacional en un conjunto de obras proponiendo, en cambio, la existencia de otras formas de asunción negociada entre el cosmopolitismo y lo local.

Hablé antes de encrucijada. Esto se debe a que el libro ahonda en otro problema crucial de la sociedad chilena contemporánea. En su conjunto, la mayor parte de los artículos no atiende a ese aspecto exitista, sino que estos procuran leer las producciones audiovisuales a través de la óptica de la conflictividad social. Lo que Estéticas del desajuste evidencia es cómo, en simultáneo a aquella celebrada legitimación internacional, el cine dio cuenta de la urgencia de su tiempo. Como señalan Iván Pinto y Carolina Urrutia en la introducción ese cine post (o contemporáneo) con el Novísimo puso su “énfasis en la visibilización de identidades sociales bajo matrices articuladas desde el conflicto social: muchas de las películas realizadas en esta década se inscriben en las contingencias y urgencias colectivas, en los desbordes, vaciamientos y confianzas del momento político actual” (2022:11). Particularmente, los escritos de Wolfgang Bongers sobre audiovisuales urgentes de carácter comunitario, de Álvaro García Mateluna en su análisis profundo de producciones que retomaron las disputas estudiantiles situadas entre la “Revolución de los pingüinos” y el presente o la revisión de María Laura Lattanzi Vizzolini sobre un conjunto de documentales políticos tornan palpable el modo en que las luchas sociales incidieron en la existencia de un número importante de obras. No obstante, estos textos, que conforman un apartado específico dentro del libro, no son los únicos en manifestar una preocupación por lo coyuntural. El ensayo de Luis Valenzuela Prado “Residuo, comunidad y futuro. El primero de la familia y otras escenas del cine chileno actual” a mi entender uno de los más bellos del libro, está absolutamente inmerso en el examen de las desigualdades de clase que fueron y son el sustrato de las acciones sociales de Chile. Vistos de manera global, me arriesgo a afirmar que todos los textos (o, al menos, aquellos firmados por investigarxs locales) están atravesados por la angustia de la contingencia. Y ese es otro mérito del libro: el hecho de ser producto de un tiempo convulso y de ser generado por intelectuales comprometidxs con el presente.

Internacionalización legitimante y conflictos inmediatos. Si bien el libro se mueve fundamentalmente en esos dos polos, también hay lugar para la exposición de otros territorios que, por otra parte, no se escinden de ambos campos. La necesidad de una caracterización global de una parte fundamental del cine chileno reciente aparece en “Por una política menor. Cine termita en el panorama chileno 2010-2020”. A partir de la cartografía de una “segunda división” de cineastas y autores formulada por Sebastián González, Vanja Munjin e Iván Pinto en ese texto, lxs autorxs detectan la presencia de unas estéticas distantes de los modos del ya legitimado Novísimo del que dan cuenta, en gran medida, los escritos de Bossay Pisano, Peirano o Quintana.

Volviendo a las citas francesas utilizadas al principio, también es importante rescatar en el conjunto de trabajos la importante apelación a la filosofía contemporánea presente en los textos. Si aquí me valí de Daney como excusa, hay que reconocer que, para pensar el cine chileno, sus responsables se valen insistentemente de autores como Didi-Huberman, Jacques Rancière, Chantal Mouffe y varios nombres más (entre los que rescato las referencias a intelectuales latinos como José Bengoa o García Espinosa). Remarco esto, no solo por lo llamativo de la repetición, sino fundamentalmente por notar cómo esas ideas se articulan en las argumentaciones. Y es, por tanto, otro mérito a subrayar.

Dejé para el final la mención a un texto que, en lo personal, me resultó lo mejor del libro. Me refiero a “Miradas hegemónicas, inscripciones homogéneas. El debate crítico en torno al novísimo cine chileno y sus continuidades posibles” de Consuelo Banda y José Parra. En él, estos autorxs revisan el modo en el que la crítica -académica y especializada- dio cuenta del fenómeno. Remarcando errores e imprecisiones, Banda y Parra desandan lecturas sobre un pasado reciente para proponer una potencial política de lectura. Estéticas del desajuste hace eso y, dicho sea de paso, se agradece sobremanera que los variados artículos que lo componen estén muy bien escritos estilísticamente. Solidez teórica y efectividad para la lectura. No se puede pedir más.

 

 
Como citar:
Sala, J. (2023). Estéticas del desajuste., laFuga, 27. [Fecha de consulta: 2024-12-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/esteticas-del-desajuste/1134