Himno

Mil veces soñando un rojo amanecer

Por Natacha Scherbovsky

Biografía +

Natacha Scherbovsky. Licenciada en Antropología (UNR, Argentina). magíster en Antropología Visual y Documental Antropológico (FLACSO, Ecuador). becaria doctoral (CONICET-UBA). Miembro de la Comisión Directiva de AsAECA (Asociación argentina de estudios sobre cine y audiovisual)


Director: Martín Farías Año: 2023 País: Chile

 
 

El documental inicia con una pregunta que en off realiza el mismo director ¿cómo se hace un documental sobre una canción? mientras imágenes de archivo en blanco y negro de manifestaciones, movilizaciones del pueblo chileno durante el proceso revolucionario de la vía chilena al socialismo se superponen. Se mezclan con las del grupo musical Quilapayún y la voz sostiene que aunque no se sabe cuál es la razón de estas imágenes ensambladas no podrían estar separadas porque formaron parte de ese momento histórico. La canción que resuena y sobre la que aborda este film es ni más ni menos El pueblo unido jamás será vencido (Ortega y Quilapayún, 1973). Una de las canciones más bellas, potentes, con más fuerza que la cantó ese pueblo y más tarde los pueblos del mundo en diferentes protestas sociales.

Farias, como buen investigador (Doctor en música y Magíster en documental) va recorriendo la ruta de la canción que salió de Chile (antes del golpe de Estado pero sobre todo posteriormente). Fue interpretada en diferentes países (Finlandia, Francia, Portugal, Alemania, Perú, Japón) por diversas agrupaciones musicales (Agit Prop, Fanfare Invisible, Jinta-la-mvta). El documentalista-investigador así como su compañera productora Eileen Karmy “constataron la existencia de, al menos, 130 versiones grabadas en distintos países, en géneros y estilos tan variados como el folk, punk, ska, murga, jazz, metal” (Karmy y Farías, 2023: 45).

En este caminar va descubriendo las significaciones y resignificaciones que la canción ha tenido durante más de 50 años. Durante el gobierno de la UP (representaba la esperanza, la felicidad, la alegría popular), en dictadura (en contexto de exilio, acompañó actos y concentraciones de solidaridad internacional con el pueblo chileno) y en la postdictadura (convirtiéndose en un emblema de distintas luchas político-sociales en el mundo).

En tanto la memoria es situada y a través de la materialidad, es decir de las cosas, podemos recordar, el documental narra la historia de El pueblo unido mediante objetos-tesoros. Observamos tapas de discos de pasta, cassettes, partituras escritas en diferentes idiomas, instrumentos musicales. Además utiliza un repertorio de recursos estéticos: grabaciones discográficas, videos de interpretaciones en vivo, entrevistas a intérpretes de la canción, películas de propaganda anticomunista realizada por norteamericanos, material de archivo fotográfico. Una gran variedad de elementos que concatenados van provocando una gran emoción.

Escuchamos tantas veces la canción compuesta por Sergio Ortega (música y letra) en conjunto con Quilapayún (texto) y Eduardo Carrasco (co-autor y director musical del grupo). Reconocemos tanto a Ortega como a Carrasco en diferentes pasajes explicando el sentido de la letra y el compromiso que sentían como músicos-militantes. La canción surge en el contexto del movimiento artístico de la Nueva Canción Chilena que, desde los 60s, venía creciendo pero con el triunfo de Allende experimentó grandes cambios. Los músicos que apoyaban el gobierno popular transformaron el canto de protestas en uno “constructivo, convocante o militante” (Vila, 2014; Napolitano, 2011; Schmiedecke, 2019 en: Karmy y Farías, 2022: 49). A su vez, como parte del movimiento, se fueron gestando vínculos con otros pueblos revolucionarios que, con el apoyo del gobierno de la UP,  profundizaron el internacionalismo que se expresó en intercambios culturales, participación de músicos chilenos en festivales internacionales, etc. (Karmy y Farías, 2023: 49)

Gracias a los testimonios o archivos sonoros de Ortega y Carrasco también vemos y escuchamos la inspiración de Brahms que la canción aloja en su composición. De esta manera nos damos cuenta que es popular pero que surge de la improvisación en piano de tradición clásica. Esa mezcla, ese palimpsesto (como se denomina la casa productora del film) entre lo clásico y lo popular, el texto y lo que se vivía cotidianamente durante el gobierno de Salvador Allende, la calma y la potencia de su melodía es, a nuestro entender, lo que atrae, lo que conmueve y hace saltar, gritar, querer interpretar a miles de artistas-militantes El pueblo unido… con trompetas, pianos de cola, en coros, en las calles, en salas de ensayos, en conciertos.

Durante la ruta de la canción y el correr del tiempo podemos percibir un dato significativo: fue compuesta, interpretada, cantada por varones, sobre todo durante el gobierno de la UP. Varias veces vemos a Quilapayún en diversos escenarios (locales o en festivales internacionales). Recién cuando la canción cruzó la cordillera y voló hacia Europa y Asia, las mujeres aparecieron y fueron apropiándose del tema musical. Las vemos cantando, dirigiendo o tocando algún instrumento (batería, piano), en grupos (coros) o solistas. Resulta interesante porque si bien el proyecto socialista de la UP pretendía ser igualitario y en la misma letra de la canción aparece la palabra “mujer” aquel momento histórico era terriblemente machista. A medida que fueron avanzando las décadas y los movimientos de mujeres, género y diversidad, lograron ir disputando sentidos dentro de la izquierda, discutiendo ideas y prácticas, pudimos incorporarnos a ese canto que en los ‘70 era propio de los varones. Vale aclarar que cuando vemos al pueblo chileno en esos tres años que duró el gobierno de Allende, en su experiencia como público, es más heterogéneo y la cantan diversos géneros. Lo que parecía obturado era la interpretación arriba del escenario.

Luego de este inmenso, vasto, hermoso recorrido, la canción vuelve a Chile en 2019. Resurge con el Estallido Social. El documental, sobre un gran plano general de la ciudad de Santiago, filmado de noche, aparentemente calmo con lucecitas que destellan a lo lejos, ese especie de “Oasis” que imaginaba el ex presidente Sebastián Piñera que era Chile, superpone imágenes en vertical de los días de la protesta en las calles que rompía esa “supuesta” o mejor dicho adormecida ciudad. El formato vertical, propio de los celulares, grabados con la intención de compartir rápidamente, facilitar la circulación, según el director del documental, fueron materiales que registraron distintas personas y le enviaron. De este modo, se suman a esta capas de imágenes que el documental va incorporando.

La consigna “Chile despertó” que surgió en ese octubre ardiente, implicó volver a ser pueblo otra vez. Reunirse, comprometerse con la destrucción de un periodo histórico-política-social que llevaba 30 años, marcado por gobiernos concertacionistas, manteniendo a la mayoría de la población sobreviviendo (hartxs del mal funcionamiento de la salud, el ahogo universitario, problemas habitacionales, falta de trabajo, malas condiciones de vida, en general). Ese pueblo, que era otro, diferente al de los 70s, cantó otra vez aquella canción que forma parte de su historia, de la memoria musical y de su experiencia de lucha. Los rostros registrados tanto de ayer (que visualizamos gracias al montaje de archivos) como de ese presente de transformación social, conmueven profundamente. Cuando la melodía va in crescendo y escuchamos: “Y ahora el pueblo/Que se alza en la lucha/Con voz de gigante/Gritando: ¡adelante!” la fuerza crece, los cuerpos vibran y las cámaras logran transmitir visual/ auditivamente esas sensaciones así como la liberación expresada casi en grito “¡El pueblo unido jamás será vencido!”. Esa potencia popular, quedó registrada (aunque en este film no lo veamos) una tarde de noviembre de ese año, cuando Inti Illimani, la interpretó y un millón de personas en Plaza Dignidad cantaron flameando banderas (Inti Illimani, 2019).

En las escenas de ese presente convulsionado el documental se detiene para contar acerca de la experiencia vivida por Banda Dignidad. Los testimonios de la pareja (una mujer y un varón) van narrando los sentidos que les producía tocar en una cuerda de vientos de la familia de bronces (trompetas, trombones, tuba) el tema caminando o en medio de la multitud. Resurgía la alegría, se ensamblaba nuevamente pasado y presente, confluía en un tiempo ahora, como expresaría Benjamin, los sentimientos que evocaba la canción. Ese tiempo de esperanza, de felicidad, en el que se percibía que “todo estaba a punto de cambiar” también se vivió durante los meses que duró el proceso de rebelión popular. Es esta pareja de músicos los que finalmente expresan que la canción es un ¡HIMNO! y de ahí el nombre del documental. Aunque conversando con el director del film sostiene que el título lo tenían desde el comienzo del proyecto: “por un registro de Ortega que al final no quedó en la película, donde dice que Venceremos y El pueblo unido son los himnos de la clase trabajadora de Chile”. 

Siguiendo esta idea y a modo de cierre, seguiremos cantándola/ escuchándola en procesos de lucha política/social hasta que finalmente en Chile como en todo el mundo la clase trabajadora junto a los pueblos oprimidos, unidos, logremos vencer y construyamos un rojo amanecer.

Bibliografía

Karmy, E. y Farías, M. (2023): Un himno de los pueblos: 50 años de la canción “El pueblo unido jamás será vencido. En: Revista Chilena de Historia Social Popular. 04 (08) diciembre, issn 2452-5707

 

 
Como citar:
Scherbovsky, N. (2024). Himno, laFuga, 28. [Fecha de consulta: 2025-04-02] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/himno/1252