Los colonos

Un problema de estética

Por Matías Echeverría

Director: Felipe Gálvez Año: 2023 País: Chile

 
 

El western, en su sentido clásico, es aquel género cinematográfico vinculado al relato fundacional de los Estados Unidos a través de la normativización de aquel momento histórico. Usualmente, al centro de las películas de este género se encuentra el paradigma de la oposición entre la razón y la fuerza como dos caras de la conformación de la nueva sociedad que aquel país prometía en su concepción, como una especie de fábula de la primacía de la razón y el orden por sobre lo “salvaje” del “nuevo continente”. Como una metáfora de la “civilidad” que debe imponerse, de la sociedad que gobierna al entorno bruto y pasivo, pero con un valor en potencia necesario para asumir los costos del “sueño americano”. Es a través de la interpretación de un pasado social e histórico, de su puesta en narrativa, que se aporta a la conformación de un presente también histórico, y es a través de aquella representación que se justifican los crímenes mediante los cuales aquel país ha operado su crecimiento. Es quizás uno de los ejemplos más emblemáticos del género el filme El hombre que mató a Liberty Valance, en el cual Tom Doniphon, encarnación del espíritu salvaje del viejo oeste, y Ramson Stoddard, un joven abogado e idealista que representa a los valores de la nueva nación moderna se ven enfrentados al momento de encargarse del bandido Liberty Valance. Es de acuerdo con la lógica narrativa expuesta anteriormente que Doniphan juega el rol de preparar el territorio para Stoddard, quien es el único hombre capaz de llevar al pueblo al siguiente nivel de desarrollo.

Dentro de las cinematografías nacionales en América Latina podemos encontrar una tendencia que se interesa por indagar en aquel relato histórico y mitológico sobre la fundación y la consagración de los territorios nacionales sobre el cual construimos y habitamos nuestro presente. A diferencia del western gringo, las películas de este western latino desplazan su mirada desde el punto de vista del conquistador, agente del cambio y el progreso, a figuras más complejas y ambiguas, como lo son el mestizo o el desterrado: aquellos con un pie en su propio mundo y otro en el “nuevo mundo” que Europa descubre en América. Se trata de películas tales como Dios y el diablo en la tierra del sol (1964), Zama (2017), Blanco en blanco (2019), Brujería (2023), Notas para una película (2022), El abrazo de la serpiente (2015) y Los colonos (2023), entre otras, las cuales se centran en complejizar la relación de abuso entre conquistadores, terratenientes, u oficiales de la nación y la población autóctona que lucha, no solo por conservar su territorio, sino por defender su cultura y su entorno-mundo de la violencia extractiva y colonizadora del “viejo mundo” y las nuevas naciones, además de indagar en el proceso de colonización interna que viven sus personajes.

Los Colonos, de Felipe Gálvez, se sitúa en el contexto del cambio paradigmático que Chile enfrenta de cara al centenario, período marcado por la promesa del desarrollo nacional y la fe en el progreso, pero también por el cuestionamiento de los abusos e injusticias en que se ha incurrido para llegar a tal punto, y en las deudas con aquel sector de la población que se ha desestimado, que no son sino otra cara de la misma moneda.  

En el relato, José Méndez, un terrateniente a quien se ha encomendado Tierra del Fuego, se encarga de transformar el entorno en una zona fértil y ambientada para el hombre blanco y su familia, de la cual se pueda extraer el valor necesario para llevar a cabo la empresa de consolidarse como nación. Para esto, envía a Alexander McLennan, un ex-hombre de guerra escocés quien se desempeña como su mano derecha, a quien designa como “juez de paz”, y a Bill, un texano experto en la exterminación de indígenas, a recorrer aquellas tierras y cazar a cualquier individuo o grupo autóctono.

La película es llevada por Segundo, un joven mestizo que trabaja para McLennan, cuya puntería al disparar y conocimiento de la zona lo transforman en el acompañante designado de los verdugos gringos. Segundo es obligado no solo a presenciar y participar de los actos de abuso salvaje practicados por quienes se jactan de su superioridad y civilidad, sino también nos lleva, a través del viaje, a conocer a distintos tipos de colonos, con distintas ideas e intenciones, pero todos a fin de cuentas depredadores en aquel fin del mundo. De esta forma, con un pie en el “nuevo mundo” y otro en el “viejo”, Segundo no transita por ninguno, está destinado a la intersección entre los paradigmas del viejo y el nuevo siglo. Es tanto víctima como victimario, tanto cautivo como cómplice, sin embargo, no es una contradicción: Hacia el final, el meollo del conflicto se revela. El personaje de Vicuña, representante político capitalino, hace una visita a Menéndez en el contexto de la mala prensa que la cacería indígena representa para el reino de Chile. Vicuña urge a Menéndez detener el exterminio indígena, que está comenzando a generar una mala prensa para la nación. En palabras de Vicuña, quien a pesar de todo apoya el trabajo de Menéndez en la zona, se trata de una preocupación por la estética, pues “la lana manchada de sangre pierde su valor”. Tal como Stoddard en Liberty Valance, Vicuña reconoce y aprecia el trabajo de Menéndez, sin embargo, este reconocimiento cómplice debe ser clandestino, y la matanza debe negarse o llevarse al discurso público como un error  y no como una fase o modus operandi del modelo de desarrollo que adoptamos, que seguimos eligiendo y utilizamos hasta el día de hoy. Pero esta fase no es un error ni un descuido, es una estrategia deliberada.

Así, aquella intersección entre lo “salvaje” y la “modernidad”, el punto de inflexión del cambio paradigmático que en Chile se vive al momento del centenario, se transforma en el terreno que Segundo habita: el bolsillo oculto en la costura de dos pedazos de narrativa social. Y de la misma forma en que el western gringo aporta a la construcción de la mitología fundacional que alimenta a la narrativa social de los Estados Unidos, la película  toma de Segundo y Kiepja, y a la que Kiepja se resiste, pretende justificar la acción y responsabilidad deliberada del reino de Chile en la exterminación indígena, que busca posicionarla como el margen de error en la ecuación del progreso. De un progreso que busca progresar a costa de aquellos invisibilizados hasta el día de hoy.

En la última parte Vicuña graba a Segundo y a Kiepja, es cuando la intenta hacer tomar té y le pregunta si quiere ser o no parte de la nación que están construyendo.

 

 
Como citar:
Echeverría, M. (2024). Los colonos, laFuga, 28. [Fecha de consulta: 2025-02-03] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/los-colonos/1221