Sibila

Claroscuros de la militancia

Por Iván Pinto Veas

Biografía +

Crítico de cine, investigador y docente. Doctor en Estudios Latinoamericanos (Universidad de Chile). Licenciado en Estética de la Universidad Católica y de Cine y televisión Universidad ARCIS, con estudios de Comunicación y Cultura (UBA, Buenos Aires). Editor del sitio http://lafuga.cl, especializado en cine contemporáneo. Director http://elagentecine.cl, sitio de crítica de cine y festivales.


Director: Teresa Arredondo Año: 2013 País: Chile

 
 

La ópera prima de Teresa Arredondo pude verla en Fidocs, donde ganó la competencia oficial. Hoy, vuelvo a verla, quizás con menos apremio y a propósito de su estreno en salas. También con algo de distancia temporal y reflexiones posteriores sobre este trabajo.

Sibila es un documental primera persona, narrado desde la perspectiva de su directora, sobrina de Sibila Arredondo, viuda del escritor peruano Jose María Arguedas, y acusada de “incitación terrorista” por haber militado en el partido y movimiento Sendero Luminoso quien, además, fue juzgada en el marco del gobierno derechista de Fujimori en pleno “autogolpe” constituyente de ese gobierno.

Luego de 15 años de cárcel, Sibila es puesta en libertad, y en ese marco su directora decide hacer un documental sobre su historia, pero a su vez, sobre su relación personal con ella, sobre su propia familia peruano-chilena y los contornos personales, históricos y políticos de esta historia: esto es visible en la estructura del documental, el cual parece dividido en dos grandes segmentos, el primero en la búsqueda de antecedentes históricos, judiciales, biográficos y familiares en torno a Sibila: se expone aquí con delicadeza, el punto de vista de sus hermanos (el propio padre de Teresa), hijos (entre ellos el director de fotografía Inti Briones), abogados (que nos aclaran las condiciones puntuales y cuestionables del juicio), cuyo fondo nos va dibujando el contorno de una sociedad, la peruana, marcada por los hechos políticos de violencia, así como por la exitosa campaña por parte de la prensa que ha generado un clima adverso a la comprensión compleja de los hechos políticos de su país.

El segundo gran segmento es la visita, por parte de Teresa, a su tía Sibila. Toda esta secuencia, está filmada con detalle y cuidado, además de mucha belleza, y nos muestra, por un lado, el aspecto más luminoso de Sibila, así como, la confrontación de la propia documentalista con su “objeto”, es decir, el intento de comprender su punto de vista respecto a Sibila.

Aquí, Teresa Arredondo, hace algo que en una primera mirada me pareció cuestionable, pero que hoy valoro, que es, el exponer sus juicios personales respecto a la militancia política, exponiendo también algo así como la “propia incapacidad” del documental por comprender a fondo las razones y motivos de Sibila (las razones de su compromiso político y la coherencia absoluta con que enfrentó los años de cárcel que le tocó vivir).

El género documental es una estructura “afectada”, entendemos por ello, la capacidad de poder dejarse “afectar”, sensiblemente, por hechos, sujetos, discursos, hallazgos que cuestionen sus hipótesis iniciales de trabajo, así como, su ideología inicial.

Creemos que en Sibila, el gesto de exponer los límites de su propio discurso, corresponden a un hecho “impensado”, algo así como un objeto que queda en suspense y abierto para el documental y para nosotros como espectadores y este es: los fundamentos éticos que corresponden a determinados contextos sociales e históricos respecto al acto de la militancia política.

Un objeto monstruoso, como vemos, donde resuenan las palabras del padre de Teresa (respecto a una distinción del sujeto criminal respecto al militante, quien juega una verdad, una creencia en un sistema más justo) o las palabras de la propia Sibila Arredondo, respecto a qué es verdaderamente una “víctima”, en las condiciones estructurales del capitalismo.

En ese marco, y en el marco también, de una mirada a nuestros procesos de conformación de una memoria política y social (sobre todo desde aquellos que fueron “vencidos” como recuerda León Rozitchner), he vuelto a ver Sibila, encontrándome con algo sustancial, que el documental deja entrever y escuchar.

El documental Sibila no es un discurso panfletario al respecto de las luchas igualitarias que existieron durante todo el siglo XX en América Latina, es la mirada introspectiva de una realizadora que se interroga por los límites desdibujados entre memoria personal y social, entre lo ético y lo político, lo individual y lo colectivo, para intentar poner esto en perspectiva. Su incertidumbre al respecto es aquello que nos cautiva en este segundo visionado.

 

 
Como citar:
Pinto Veas, I. (2013). Sibila, laFuga, 15. [Fecha de consulta: 2024-12-12] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/sibila/637