Retaguardia Films y VideoChile se han propuesto la misión de formar la “Enciclopedia del cortometraje Chileno”, conciliando un programa de archivo cultural con un proyecto en dvd para el mercado nacional que busca ser una completa colección de trabajos audiovisuales. Snob es la primera pieza de este archivo y su lanzamiento oficial fue en enero en el Cine Arte Alameda con la presencia de los realizadores, una tocata en vivo de Javiera Mena y una fiesta, haciendo homenaje en grande al nombre de esta primera recopilación.
Snob se presenta como un punto donde convergen intereses institucionales y artísticos, lo que necesariamente problematiza el discurso de archivo que se quiere instaurar. La palabra “Enciclopedia” denota una recopilación integral de la producción audiovisual chilena, pero en efecto esta producción no está siendo abarcada en sus características dispersas y fragmentarias, sino que se trata específicamente de un programa selectivo que no pretende abarcar, sino definir un corte inclusive en términos históricos, estableciendo a la vez un criterio de mercado; lo que está dentro y lo que está fuera de la enciclopedia. Y en un panorama como el chileno, en donde las producciones no son parte de una industria sino que se mueven en el “nomadismo”, según Miguel Ángel Vidaurre, como si los cortometrajes fuesen islas en un mar desierto sin más hilo conductor que la simple pulsión productiva y creativa, resulta difícil y hasta cuestionable la intención de delimitar un espacio unificado en tanto se corre el riesgo de estar promulgando un proyecto de normalización industrial. Por ahora es difícil decirlo con certeza, pero la inyección económica del estado en la producción cinematográfica chilena no sólo tiene como consecuencias la producción misma del film, sino que trae consigo un posicionamiento de la obra en un espacio (histórico, cultural, de distribución, etc.) determinado por quiénes la financian. Y es esa suerte de unificación de la producción nacional lo que resulta complejo en tanto que la práctica concreta es dispersa, no unificada y de cierta manera autárquica, ligada casi en exclusivo al grupo pequeño que produce la obra audiovisual.
La idea central del proyecto, es organizar un archivo de cortos nacionales que por lo general están destinados al olvido tras vagar por uno que otro festival. En ese sentido la propuesta tiene las de ganar porque son varios los interesados en acceder a trabajos que es imposible de conseguir en el mercado y cuya circulación es bastante restringida. Y no sólo trabajos recientes como es el caso de Snob, sino que también el proyecto tiene como meta editar recopilaciones con trabajos más antiguos lo cual resulta muy atractivo.
El formato del cortometraje posibilita que los realizadores lleguen a extremos creativos que en otros lugares no parecen lógicos ni pertinentes, a la vez que es un lenguaje de “ejercicio fílmico” pues, por profesionales que sean los resultados, metodológicamente es una búsqueda visual y narrativa relacionada con el momento de aprendizaje. El cortometraje tiene esa categoría de prueba, por lo que la institución escuela-de-cine tiene en “la enciclopedia” cierta posibilidad de, nuevamente reitero, normar su producción y enfocarla hacia un espacio de archivo nacional que al estar emparentado con el mercado invita a generar una industria de consumo.
Pero es necesario de alguna manera intentar responder la pregunta esencial, pregunta que surge ante una recopilación que se quiere oficial. ¿Cuáles son los cortos escogidos, qué realizadores serán los representantes de la creación nacional?. El carácter de rescate cultural parece justificar el proyecto de por sí, sin embargo en una recopilación financiada por el estado y distribuida por VideoChile es importante preguntarse por la razón de la elección, quién decide, para quién está enfocado el producto. Y más allá de eso, surge en la problemática la necesidad de declarar en forma abierta que se trata de una selección, que se trata de un corte selectivo que delimita un afuera y un adentro, y por último recalcar que el nombre “Enciclopedia” inclusive encierra una intención poco ingenua. Es necesario en definitiva aclarar que los cortos que se escogen no son la producción chilena y que al pretender ser un archivo nacional deberían tener presentes las consecuencias discursivas e históricas que se están realizando.
En ese sentido, más allá de tener intenciones de mostrar un panorama del cortometraje chileno o plantear un punto de vista más explícito respecto a él, es el carácter comercial el que parece prevalecer. La piedra angular de este programa político es la intención de construir un espacio oficial en donde se archivan y se comercializan los cortos nacionales.
Ahora la expectativa recae sobre el desarrollo a largo plazo de esta Enciclopedia, el nivel de los trabajos escogidos y qué tan acertado sea el criterio de selección en el futuro. La producción de “Snob” señala que buscaron trabajos que fueran representativos de varias tendencias actuales, aún cuando los márgenes de visión en rigor fueron relativamente estrechos. Todos los cortometrajes están unidos transversalmente por “…la nostalgia, la auto referencia, el interés por las sensaciones, las atmósferas y la historia mínima y ligera…” según lo que la producción misma recalca. Los directores escogidos son jóvenes, algunos ya han realizado largos o están en eso, y en general son cortometrajes que han ganado algunos festivales, nacionales e internacionales.
Se inicia con XX de Cristian Jiménez (El tesoro de los caracoles), que narra la historia de Julio y de Cristina con una cuidada fotografía. XX es una comedia romántica ambientada en el contexto chileno y cuyo devenir nos muestra la ternura de sus personajes y de su extraña historia de amor. El relato, de manera indirecta, da cuenta de cierta forma de vivir, de cierta realidad social y de la torpeza de las actitudes de los protagonistas, aún cuando son capaces de enternecer al espectador y hacerlo sonreír. Sin embargo el cortometraje no propone una imagen inteligentemente elaborada como para que la visualidad sea lo preponderante en XX y efectivamente nos diga algo concreto, aunque el contraste en blanco y negro esté correctamente ejecutado y los encuadres sean correctos. Por otro lado la historia es demasiado tímida para resultar interesante, ya que las situaciones que suceden en escena tampoco se anclan tan abiertamente en el romance que se intentaba representar y tampoco se trabaja con hincapié el tono de comedia. Por ello se trata de un trabajo tibio que no apuesta lo suficiente, ni por la visualidad ni por el relato, de hecho resulta difícil decir con exactitud qué se intenta representar, ¿una historia de amor o una adaptación de la comedia de romance al contexto chileno evidenciando un panorama social? ¿Un fino trabajo de fotografía que justifica una relato mal estructurado o una historia simple con una visualidad trabajada por simple gusto?
Llorando bajo el agua de Alicia Scherson (Play), es un corto que roza con lo experimental. Grabado en un aeropuerto, se suceden imágenes y escenas de un relato no lineal; interesantes textos que dan cuenta de un estado de soledad, de una angustia etérea pero que Scherson le da cuerpo a través de monólogos, imágenes, personajes intervenidos estéticamente, un ambiente frío y transitorio, viajes y circulación constante que dejan entrever un fuerte vacío en la atmósfera, atmósfera sin centro y dispersa, a través de la cual se suceden al unísono todas estas imágenes-historias. Con un humor negro muy característico de la realizadora, se crea con elegancia esa sensación de la nada muy angustiante, de la ambigüedad de la imagen llevada en este caso al montaje, a los diálogos, y sobretodo a los personajes que son capaces de dar cuenta de un mundo que va más allá de lo que se muestra. El tono íntimo y sutil que caracteriza a Alicia se desarrolla posteriormente en su cinta Play y en La promesa, el maravilloso nanometraje que realizó el año pasado.
12 minutos es el trabajo de Sebastián Lelio (La sagrada familia) que en un repliegue trata de cómo se llega a realizar el mismo cortometraje.
Al igual que en sus otros trabajos, es asertivo en cómo retrata a sus personajes y la naturalidad que logra al hacerlos interactuar entre sí, pero tal cual ocurre en La sagrada familia, a mi parecer Campos no logra establecer con claridad su punto de vista respecto al carácter de los personajes ni hacerse cargo de las implicancias de los mismos, implicancias no sólo cinematográficas, sino sociales, morales, éticas, etc. Por eso 12 minutos parece ocurrir sólo dentro del corto y es incapaz de tener la intensidad de un metalenguaje en tanto no logra ponerlo en tensión con lo real.
El repliegue es interesante y da espacio para reírse del proceso de realización y de mediatización, sin embargo ello no resulta suficiente para darle un peso al corto que lo ancle a algo más allá de los diálogos y el guión. Faltó visualidad, y no me refiero a belleza compositiva sino a resolver las cosas a través de la imagen.
Vernissage de Yael Rosenblut, a algunos les parece un corto desagradable por ser excesivamente auto referente, sin embargo creo que el gran error en Vernissage no es su discurso teórico e irónico respecto a los conflictos del campo del arte y del sistema espacio-mercado que colinda con él, sino en no plantear esos conflictos de manera cinematográfica. Es la historia de una joven arribista que organiza una exposición a cuya inauguración convergen conflictos de personalidades consagradas en el mundo del arte, teóricos, historiadores y artistas. En ese sentido fue interesante la pugna que se expuso entre la obra y su entorno, en cómo es a través de ese entorno, del conjunto de rituales y de la aprobación de la crítica que esa obra adquiere significado (existe sólo en un mercado). Sin embargo es extraño poner esa intensidad discursiva frente a escenas con códigos televisivos de lo más burdo, escoger como protagonista a María José Prieto y darle connotaciones eróticas a ciertos diálogos que no lo necesitaban, escenas pésimamente logradas ya que incurrían en exageraciones que retraían al espectador de la problemática central. Confunde las estrategias cinematográficas y mercantiles con una visualidad televisiva; hay un sobrecargo de intención teórica, un marco conceptual que le queda muy grande a la narrativa visual propuesta en “Vernissage”.
Obreras saliendo de la fábrica de José Luis Torres Leiva (Ningún lugar en ninguna parte), haciendo referencia a la cinta de los hermanos Lumière. Es un cortometraje que retrata a cuatro obreras en sus faenas diarias y en cómo organizan un paseo a la playa. Con un tratamiento sencillo, sin diálogos y con planos contemplativos Torres Leiva construye una linealidad narrativa que se desarrolla fundamentalmente dentro de la imagen, un grupo de obreras realiza sus faenas diarias en una industria y compartiendo juntas la realidad que les ha tocado vivir, dejando fuera de campo (pero no del conflicto) el abuso y la explotación de las trabajadoras en el sistema económico que posibilita esta situación desigual, esta alienación del cuerpo humano en el trabajo. Todo el tiempo el corto remite a una intimidad y a un silencio estremecedor; es una historia sencilla pero atravesada por millones de elementos que corren a cargo de quién la observa y que los planos suscitan en el espectad or . “Obreras saliendo de la fábrica” se inserta en el ámbito nacional como una manera particular de ver las cosas, un tratamiento fílmico que pone en tensión la relación entre los tiempos que ocurren dentro de la ficción y los tiempos externos.
El tratamiento visual es incisivo, a la vez distante de la situación y de la anécdota de la puesta en escena, pero cercano a la médula de sus personajes. Una cámara que se vuelve completamente empática con lo que retrata en la medida en que expone de manera exhaustiva lo que acontece. Deja tiempo al espectador para completar el viaje hacia la interioridad del sujeto que está en cuadro, un cuerpo que está ahí frente a cámara desempeñando un rol (social) en una fábrica, pero cuya humanidad se escapa de la mirada fugaz. Un sujeto que hace sus tareas diarias y cuyo registro visual es sólo un paréntesis en su rutina de trabajo, extensa y dura, transmitiendo ese agotamiento mental a través de los planos, de los seguimientos, de las extensas horas de trabajo traducidas en planos extensos y repetitivos. Por ello a la vez es un rechazo de los códigos de ritmo y de narración propuestos por el espectáculo a la vez que es un respiro entre tanta imagen desechable. La problematización de lo social se da de manera cinematográfica, con “Obreras saliendo de la fábrica” Torres Leiva consigue llegar a ese punto del cine en donde se despliega el poder de la imagen en su máxima expresión: hacer visible lo invisible.
Por último está Lobos de la feria fluvial de Ilán Stehberg, que fue un bello trabajo de arte y de fotografía retratando paisajes de Valdivia y de personajes que vivían su rutina diaria. Con una música bastante integrada al relato visual, el corto termina siendo más que nada una guía turística de la ciudad sin desplegar una historia concreta y sin inyectar un interés en el espectador ni a través del relato ni a través de una progresión visual. El trabajo se vuelve largo y tedioso. Quizás su presencia se justifica en que representaba a “región”, sin embargo todos sabemos que no es necesario poner los paisajes sureños para que la gente de región se sienta representada, todo lo contrario: termina siendo un corto que le muestra la provincia al capitalino y que está pensado para él.
Doveris, R. (2007). Snob, laFuga, 4. [Fecha de consulta: 2024-12-21] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/snob/128