Iván Pinto: ¿De qué se trata el documental en el que estás trabajando?
Marilú Mallet: Se trata de un personaje que vuelve, después de 40 años de estar fuera, y recorre el país a través de ciertos lugares que le interesan por cosas personales, ya sea en el norte, en el centro y en el sur del país. Y ve qué queda de la época en que vivió, y que es lo que pasa hoy día, es como una radiografía del Chile contemporáneo. En ese sentido es una Road movie… voy entrevistando gente, y voy viendo paisajes, y bueno, y ahí la tendré que construir, en el momento era una intuición de volver al país y eso por el momento, vamos a ver…
I.P.: ¿Cuál es tu impresión en este viaje?
M.M.: Después en el ‘69, estuve viajando, recorriendo, viviendo y trabajando como podía, y después volví en el ‘71… después me volví a ir en el ‘73. De ahí estuve en Canadá, bueno donde he estado hasta ahora, por muchos años no vine a Chile hasta el documental La cueca sola (2003), porque en realidad no tengo familia directa, entonces es más difícil venir… bueno, tengo una amiga que es como mi familia, pero eso de no tener familia directa es más difícil llegar algún lado. Creo que por eso me he quedado allá, porque este es un país de familias, la familia es la base de la sociedad chilena, es un país en que tú funcionas a través de tu familia, y a través de los nexos de tu familia y a través de tu familia política. No me parece que haya tanto mérito al individuo, más a la familia que al individuo, entonces si no tienes familia es más difícil salir adelante, eso es lo que estoy mirando ahora, lo que me estoy cuestionando ahora.
I.P.: Y bueno sí, es bastante así… o sea yo lo vivo, y con este gobierno se enfatizó mucho más. Por otro lado es un país que también está despertando en muchos sentidos. La idea de salir a las calles, un país que quiere tratar de inquietarse ¿no? En la década del 90 esto era un páramo ideológico, o sea no había nada, nada de nada, estaba toda la gente muy dormida. Hasta el 2006 más o menos que empezaron las cosas a agitarse, hay más discusión yo creo que está aflorando…
M.M.: Sí, yo creo que es un país con gran potencial, realmente lo he recorrido de Norte a Sur, es extraordinario, es un país extremadamente privilegiado en todo, primero en el clima, en las riquezas naturales, en la calidez de la gente también, a nivel individual la gente es bien cálida, es como grupo político es que ya cambia la situación. También creo que la gente está siendo consciente, de la alienación en la que estaban viviendo, yo creo que eso es importante y lógico es normal que los estudiantes salgan a protestar, porque también es una generación que no vivió el miedo, entonces eso es muy interesante. Claro que hay cosas que me parecen raras, por ejemplo la polarización, que desde mi punto de vista siempre es un signo de mediocridad, porque digamos hay consensos que debería tener el país como tener una noción de patria que se ha perdido…
Yo he vivido mayor parte de mi vida en sociedades neoliberales, pero nadie se cuestiona de que la educación es gratuita hasta el secundario, nadie se cuestiona de que la salud es un derecho universal, que todos pueden ir al médico gratis, nadie se cuestiona las pensiones, ni los sistemas tributarios, ni el seguro de accidentes, si tú tienes un carnet para manejar, el seguro del Estado que te paga si tienes accidente, o sea nadie se cuestiona ciertas cosas básicas, que son básicas como del ser humano, entonces acá esta polarizado, en el sentido que se supone, que tus derechos básicos son de izquierda, pero no es verdad eso, los derechos básicos están en muchos países neoliberales entonces eso es como una lástima.
I.P.: Pareciera ser que la cosa de viajar, como que ha estado siempre presente en tu vida, desde muy joven una cierta relación con el desarraigo, con moverse, con la inquietud…
M.M.: Siempre me gustó viajar… y siempre fui curiosa, en realidad no sé por qué soy cineasta, podría haber sido científica, podría haber sido arquitecta, porque soy de formación arquitecto, la verdad es que a mí me gusta el contacto con la gente, y me gusta el contacto con los paisajes, con las otras culturas. También estudié, antropología, y arqueología, me gustaba eso del contacto con los otros que te ayuda a saber quién eres tú, entonces sí… viajé desde chica, a los 18 años recorrí con un par de amigas, salimos, recorrimos desde Santiago hasta Panamá, pero pensábamos ir hasta México a dedo, pero le hacíamos dedo hasta los aviones… a todo digamos, tres chicas, en esa época era como bien vanguardia, solamente las alemanas viajaban, las chilenas era extraño…
I.P.: ¿Y cuáles fueron tus primeros acercamientos al cine?
M.M.: Bueno, estudié arquitectura, y cuando estaba en el tercer año, hice un curso en el Instituto Fílmico…
I.P.: ¿En la Universidad Católica?
M.M.: No era de la Católica, pero era como asociado… ahí estudié dos años…
I.P.: ¿Quién estaba ahí en ese tiempo, te acuerdas?
M.M.: Había un argentino que enseñaba cámara, ya no me acuerdo de los nombres… Kerry Oñate nos daba cursos teóricos, no sé, era como un potpurrí, en ese mismo instituto había estudiado Jorge Sanjinés.
I.P.: Después del ‘73 te vas al exilio…
M.M.: Bueno, ahí nos ofrecieron un puesto en la televisión, que era hacer una emisión todos los meses en una serie que se llamaba Planeta. Eran emisiones de todos los hispano parlantes, los que eran latinoamericanos, los que eran españoles, era una televisión que se llamaba Radio Quebec, decidió que mandaba a llamar a todos los que eran del cine extranjero, y les daban a los que eran del cine italiano, hacer emisiones de jornada Italiana, y a mí me tocó hacer los de los países hispanos parlantes. Bueno y ahí estuve trabajando seis , siete meses en eso, y lógico que la televisión da mucho oficio, porque al principio me demoraba un montón en buscar el tema, en hacerlo y que se yo… y después al final, la ultima la hice tres cámaras y listo ya estaba…da mucho oficio la televisión, eso era lo interesante, pero la televisión no me interesaba, no… nunca me intereso no sé por qué, lo que me interesa es el cine
Bueno y después de eso justamente, entré al proyecto de Diario inacabado (1983) y que en realidad al inicio era otra cosa, era un proyecto con Valeria Sarmiento y lo que queríamos era hacer una película, que fuera vanguardia, y que en el fondo retratara un poco la expresión femenina, porque me habían dicho a mí, bueno pero tú haces películas como hombre… entonces uno se empezaba a preguntar, ¿qué es, lo que es ser mujer?, ¿qué es ser mujer cineasta? Y empezamos a investigar sobre el tema, y descubrimos que las primeras formas de expresión en literatura, eran las cartas y el diario de vida. Y ahí, decidimos que íbamos a hacer una película, que sería que nos enviábamos cartas filmadas, y bueno ella me envió la primera carta filmada, y yo filmé… trate de hacer mi primera carta, y finalmente el proyecto cayó al agua, porque no nos conseguimos el apoyo de los dos países. Entonces éste proyecto lo transformé en esta película que se llama Diario inacabado. Que era la idea de que las mujeres funcionan por un mundo interior, las mujeres no van a la plaza pública. La idea era hacer una película en que retratara lo que es un diario, que lo que es el diario como forma de expresión. Las mujeres ahí en los diarios, ponen sus estados de ánimos, cuentan las detalles banales de la vida cotidiana, tienen ritmos propios, no son siempre los mismos, si están cansadas, es corto, si están más habladoras ese día es más largo, y finalmente la idea era que, finalmente es el mundo privado que si uno lo expone pasa a ser político. Entonces con esa proposición yo hice esa película.
La hice para mí en realidad, para saber quién era yo, una película hecha con fondos del consejo de las artes, de Canadá y fue una película en que una colega mía , que conocí en una cafetería me dijo: “yo creo en tí, yo creo en tu cine , acabo de tener una herencia”, y me dijo “yo quiero producirte”… bueno yo encontré increíble, porque ni siquiera yo tenía claro cómo iba hacer la película, había escrito un guion, siempre escribo guion, y entonces nos largamos, y bueno… y ese es como el proyecto, digamos todas esas confluencias son el proyecto, es lo que al final es Diario inacabado.
Y Diario inacabado es una película extremadamente emocional, porque es a la primera persona, y no está en nuestra cultura de chilenos y de latinoamericanos mostrarse, es púdico mostrarse, es púdico hablar de uno, porque venimos de una cultura de la familia, el grupo, la ideología, priman ante el individuo entonces también está haciendo una ruptura enorme, está tomando una forma de expresiones más anglosajonas, que latinoamericanas…
Y bueno, y cuando presenté la película fue difícil, la televisión decía “no… pero es que esta es una película intelectual”, no me querían ni pagar la película… Por otro lado en ese momento, yo tenía una relación bien cercana a Valeria Sarmiento y Raúl Ruiz, iba mucho a verlos, y fui allá cuando termine la película, me ayudaron a vender mi película en Francia, y en ese momento Francia pasaba sus películas en el territorio del Quebec, y entonces la película la pasaron, y la vieron un millón y medio de personas. Entonces la televisión tuvo que pagarme, y además fue como un éxito, porque en ese momento en los años ochenta, era el movimiento feminista muy fuerte, entonces lo que yo planteaba en esa película era, la dificultad de ser mujer, la dificultad de ser exiliada, y la dificultad de ser una mujer artista, y de buscar su propia expresión, de no estar encasillada, ni siquiera en el documental, ni en la manera de expresarse, o sea de no estar encasillada. Porque creo que lo que más me ha siempre molestado, es esta rigidez del encasillamiento chileno, siempre esa cosa como del juicio rápido, de estar encasillado, es estar como catalogado tu eres esto… porque es una reducción y no me gusta la reducción, la gente es mucho más que lo primero que se ve, ¿me entiendes…?
Entonces bueno, es una película que tuvo bastante éxito, que vendió, tuvo premios, y pasó a ser un clásico, y recibí muchas cartas de gente, de distintos países del mundo, donde me contaban ellos… lo que les pasaba a ellos, y era bien bonito por que como era una forma íntima, de cómo alguien que estaba haciendo una película a un amigo, porque las cartas son siempre un amigo, en los diarios tu estas escribiendo a ti mismo, entonces la gente la recibió muy bien. Bueno, yo no sabía que iba a tener éxito, nunca me propuse eso…
I.P.: Diario inacabado es una película de rupturas, de muchas rupturas… de ruptura con un tipo de cine, una ruptura también emocional, vinculante, muy fuerte… y un tipo de posición frente al cine, entonces es una película muy compleja a muchos niveles, eso es lo cautivante de tu película.
M.M.: Bueno, porque yo estaba casada con un cineasta, Michael Rubbo, quien era una persona de éxito, aunque yo creo que él era un cineasta que hacia películas personales también, y que es muy valioso, pero era bien paternalista, como en muchas culturas, donde se dice como hay que hacer las películas. Y entonces finalmente no te dejan buscar tu propia expresión, que es tu propia expresión y yo creo, que cada ser humano es único, he enseñado mucho, y he tenido muchos alumnos, he sido directora de un programa de producción de cine, con 170 alumnos, y yo no creo en el error, cuando haces películas, yo creo que el error es, lo que tú eres, es parte de tu expresión y por lo tanto tienes que incorporarlo, eso es lo que eres tú, esa es la manera de funcionar, y eso es lo propio tuyo y eso es lo único que hay que preservar. Entonces eso es lo que te hace original y, bueno, como te digo, yo creo que es mi formación también, que era como más abierta, más audaz, me lanzaba, siempre me he lanzado…
I.P.: Volviendo a Diario Inacabado, ¿qué relación posee esa película con tu otro filme, Doble retrato (2000)?
M.M.: Creo que lo que tiene de relación es que son películas personales.
I.P.: Ahá, pero ¿Puede ser que esté un poco el origen de Doble retrato en Diario, ¿no?
M.M.: No, en lo único es que es una película en donde partí de algo personal, que es la relación con mi mamá, es una película intima también. Pasa que en muchas películas no siempre soy yo… y eso que quiere decir, no siempre puedo ser yo en las películas como mi expresión y mi sensibilidad, a veces me encargan películas, entonces me pongo al servicio del tema como más o menos quieren la película, soy yo por mis valores, o por los personajes que elijo. Pero cuando en realidad he hecho películas en que finalmente es mi sensibilidad, o sea que controlo la sensibilidad, entonces es lógico, son las más mías y me gustan más a mí, soy yo, y en ese sentido creo que tengo ahí la película Diario Inacabado, que soy yo, que es mi sensibilidad, pero en esas dos me costó saber cuál es mi sensibilidad, en Doble retrato y la de Marguerite Yourcenar (2011).
I.P.: Hablemos un poquito de Yourcenar, que es también tu última obra, bueno es una película también de muchos niveles, tú misma contabas, estaba la cuestión del archivo, un documental con muy marcada puesta en escena. Y lo que es interesante también es este desdoblamiento que realizas con Yourcenar, ¿no? Como tratar de encontrar en sus palabras, en su literatura, en su escritura algo personal, algo autentico también, que es lo que impresiona un poco de ese documental, no es un documental clásico de televisión de las figuras culturales, es una película expresiva…
M.M.: Bueno, por que yo creo que lo importante, es justamente lo que aprendí haciendo una película, con cada película aprendo. Creo que los artistas son los que en realidad nos describen un mundo, que es a través de ellos que vemos la realidad, y los que nos pueden cuestionar, con quienes nos podemos identificar, y los que de alguna manera observan el mundo y nos permiten realmente ver la naturaleza humana. Son también los que nos ayudan a vivir. En los momentos por ejemplo más difíciles de mi vida, mis amigos han sido los escritores en realidad, son a ellos los que puedo ir a ver, que hacen sus personajes, o de dónde sacan la fuerza, o hay una frase que me da fuerza para seguir, porque a pesar de que me gusta mucho el humor, bueno la vida es de altos y bajos, me encanta el humor, pero es más difícil hacerlo.
I.P.: ¿Y por qué Yourcenar, por qué esa escritora en particular, que fue lo que te motivó al respecto de su obra?
M.M.: Porque me emocionaba, me conmovía la belleza, me conmovía que alguien rescate la belleza, porque encuentro que está bien perdida. Yo leí sobre Adriano, y Las memorias de Adriano no es realmente Adriano, él es un personaje bastante más sórdido de lo que escribió Yourcenar. Pero ella inventó un personaje imaginario, para rescatar los valores en los que finalmente ella había sido educada, eran el respeto de los pueblos, de las diferencias, de que un imperio debía preocuparse de mantener la paz, de estar contra la guerra, de que la economía es importante, de que las diferencias de culturas son importantes. Bueno y eso me gustó, me gustó la idea de intención de bien, y me gusto también la idea de que ella era alguien que creía en los filósofos pre-socráticos, y a mí también me interesan los filósofos pre-socráticos, y ellos tenían la idea de ciertas intenciones, de ir hacia el bien, hacia el amor, hacia la naturaleza, hacia Dios, todo era como lo mismo, de ir profundizando hacia eso.
I.P.: ¿Y la forma? Esta vía ensayística, ¿estaba concebida desde un inicio?
M.M.: Sí, siempre tuve la idea de que ella era como híbrida, o sea su obra es híbrida, ella hace biografía un poco poética, un poco ensayística, ella ha escrito muchos textos de viaje, bueno digamos que para mí era bien como una ficción, en el fondo a mí el documental no me gusta, eso es lo que pasa…
I.P.: ¿Cómo forma, cómo retórica…?
M.M.: No, como forma no me gusta, porque yo ya creo que acabé, ya hice todo lo que pude, para romper esa forma, que el documental es algo marginal, algo de y siempre he tratado de estructurarlo como ficciones, como que dentro de esta ficción está la realidad, ¿no sé si me explico…? Y esta tenía un guión bien acabado, sabía todo lo que iba a filmar. Mi trabajo más largo fue el volver todo el tiempo a ser creativa con los textos y poder comunicar un personaje tan complejo y al mismo tiempo que fuera simple, que fuera siempre simple, siempre re-buscar, re-leer, re-leer…
Y en el montaje bueno, yo funciono como muy intuitivamente, no sé si te fijaste que hay como muchos tiempos mezclados… vamos al presente con los personajes actuales que están hablando de una persona muerta, vamos en su historia que es cronológica…
I.P.: Está el tiempo del viaje de ella misma, en el tren…
M.M.: También, está el viaje entre lo histórico y lo geológico, en realidad es bien compleja la película, pero yo creo que esa complejidad se hace porque cuando tu trabajas un tema, que yo empecé en el ‘93, el ‘94… lo deje de lado, se va decantando, por la vida misma de uno, uno va viendo y si… después es otra cosa, se decanta solo el tema. Pero lo que más me costó en el fondo no fue filmar, ni convencer a las instituciones de darme la plata, a todos les gustó el guion, eso no fue… lo importante fue que cuando llegué al montaje, el productor dijo que no “había película”. Y entonces mis amigos, que miraban la película y decían: “es tu mejor película”, “sí hay una película”… y él decía “no hay película”, y yo le decía ¿pero por qué?, ¿por qué tú no sientes nada?, Decía: “no siento nada, nada…”. Y entonces eso fue lo que más me dolió, porque era convencerlo de que sí había una película, y que era emocionante… y bueno, era difícil, porque él no creía en la película. Y eso, ¿por qué? Porque un productor es siempre alguien que está en la plata, buscando plata, tiene varias películas, y finalmente el móvil de la plata tiene que insensibilizar, si tú estás toda tu vida dedicado a la plata, te vuelves mucho más insensible, eso es lo que yo creo, que por eso no se emocionaba.
Y cuando la película se presentó en un festival, por ejemplo con otras películas, el director del festival me dijo, de todas las películas es la única que la gente se conmovió, entonces dije yo: qué bueno… porque las películas son muy personales…
I.P.: Es una película que yo encuentro que tiene un desborde de belleza por todos lados, tiene un tratamiento del texto-imagen muy trabajado. Te quería preguntar acerca de una conexión que hice con Diario inacabado, sentí que la presencia del espacio y cierta disolución del personaje en el espacio, la espacialización de la subjetividad podríamos decir, en ambas películas está muy presente: en el caso de Yourcenar está la belleza desbordante del paisaje y que el personaje se absorbe en eso…
M.M.: Es que a mí… es que yo como tengo una formación de arquitecto, el espacio es muy importante, el espacio para mi es fundamental. Digamos el paisaje y el espacio es algo que me impresiona, por ejemplo viajamos con Esteban, y fuimos al sur ví el glaciar Grey, y yo creo que más allá de eso no hay más belleza, es algo que es más profundo que la muerte, no sé cómo explicarte. El mundo de la televisión es un mundo muy reducido de caras, de lo que se llama “caras hablantes”, nunca están en un espacio, nunca vemos quien es la persona, no vemos ni su mundo, ni donde está, están ahí no más, por eso para mí está el cine y esta la televisión, son dos cosas distintas.
Pinto Veas, I. (2013). Marilú Mallet, laFuga, 15. [Fecha de consulta: 2024-12-12] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/marilu-mallet/619