El 13 de septiembre del 2022 falleció en Suiza Jean-Luc Godard. Cuando esto ocurre una desazón se apodera de una parte importante del mundo del cine. Al preguntarnos por qué, aparece la respuesta como cita de un reconocido libro sobre su obra: “Nadie como Godard”. La sensación de vacío es abrumante, porque aquí se iba de forma definitiva no sólo un artista o una obra sino una forma completa de concebir el cine y sus relaciones con la sociedad y la cultura. En 60 años ininterrumpidos de actividad -más de 50 largometrajes, una infinidad de trabajos más breves, entrevistas, textos escritos, colaboraciones, así como conocidas intervenciones y acciones públicas-, el legado de Godard supera con creces una narrativa lineal de la historia del cine y, acaso, se iba por completo uno de los más férreos contradictores y subvertores de la industria del cine. Podremos discutir, por cierto, sobre los tiros fallidos, los excesos ideológicos, el amparo en la Gran cultura francesa del autor o la caricatura del “cineasta intelectual” por excelencia. Pero sólo al pensar en los efectos de su obra a nivel mundial, en los distintos momentos de su recorrido político o en las formas de torcer el cine para llevarlo a sus puntos más extremos, nos preguntamos quién o qué podrá llenar ese vacío, esa “parte” del cine sin cuyo legado o reflexión se pierde una memoria importante de la cultura cinéfila y cinematográfica del siglo XX.
Godard, poeta fílmico, pensador, creador, destructor y creador de formas. Godard, también, como arqueólogo y proyección futura, hasta el último minuto, del cine como forma nueva conectada con las fuerzas vitales del mundo. Pasaje del juego brechtiano y lúdico, al compromiso político -a su manera- para, finalmente, pensar la historia y las formas audiovisuales de la memoria. Un cine cruzado por un mesianismo -“fuerte” y “débil” a la vez- que, donde quiera se instale, es traducción literal de la modernidad fílmica entendida como destino trágico del cine en el siglo XX, impotencia del cine que no “supo” llegar a tiempo a su presente. En ese desplazamiento, ese duelo, se instala, acaso, su reflexión desde la década del setenta en adelante.
¿Qué nos deja Godard? ¿Cómo escuchar su herencia cumplido el primer cuarto del siglo XXI? ¿Habrá espacio en las cátedras, las escuelas, la crítica -un órgano casi desaparecido- para pensar este legado y lo que nos desafía para nuestro presente?
Como respuesta a esta inquietud, y a modo de pensar sobre este vacío, nos reunimos en abril de 2023 para realizar el seminario Godard: La imagen como pensamiento en la Cineteca Nacional, con la participación de Gustavo Celedón, Héctor Oyarzún, Alvaro García, Natalia Calderón, Wolfgang Bongers, Rubén García López, Iván Pinto Veas, Fernando Pérez Villalón, y las moderaciones de Laura Lattanzi y Carolina Urrutia. Este fue el primer impulso para el actual dossier, el que se ha ido complementando con traducciones, adelantos y nuevas colaboraciones que generan una documentación completa e inédita en nuestro país sobre el cineasta. Se sumaron aquí textos de Isaac León Frías, Udo Jacobsen, Michael Renov, David Faroult y Cristán Saldía. El resultado final es abarcador y representativo de los distintos vericuetos e itinerarios cinematográficos de Godard. Encontramos aquí al Godard crítico y al Godard actor, al cineasta militante y al ensayista, al cineasta pop y político y al erudito que no deja atrás la plástica material del cine y la reflexión pictórica, para no descuidar tampoco al cineasta póstumo cuya voz nos habla desde el fondo del Siglo XX para pensar que queremos, deseamos y buscamos en el XXI.
Iván Pinto Veas (Coordinador del dossier)